Parir en la selva y el desierto: las parteras que salvan vidas en Nariño y La Guajira

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En regiones remotas de Colombia como los bosques de Nariño y los áridos parajes de La Guajira, las parteras tradicionales son pilares esenciales de salud para comunidades afro e indígenas. En ausencia de acceso fácil a servicios médicos formales, estas mujeres acompañan embarazos, partos y pospartos, preservando un saber ancestral que salva vidas.

El reconocimiento legal

Recientemente, se dio un avance significativo: la Registraduría Nacional del Estado Civil junto con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), mediante normas oficiales, otorgaron a parteras, parteros y autoridades indígenas de ciertas comunidades en Nariño, Amazonas, Magdalena y La Guajira la facultad de certificar nacimientos ocurridos en sus territorios. Esto facilita el registro civil y garantiza el derecho a la identidad, sobre todo cuando el acceso al Estado es limitado.

En Nariño, por ejemplo, las parteras asociadas a “La Cigüeña” en municipios como Tumaco, La Tola, Barbacoas, Santa Bárbara de Iscuandé y El Charco, podrán usar un formato especial para notificar nacimientos.

Voces desde el territorio

“Mamá Tere”, partera tradicional de Tumaco, lidera la Asociación La Cigüeña. Con más de medio siglo de experiencia, como ella muchas otras han dedicado su vida a atender partos en zonas de difícil acceso, donde hospitales o centros de salud están muy lejos o no existen.

Las comunidades valoran estos saberes: las parteras no sólo ayudan clínicamente, sino que también preservan rituales, prácticas culturales y medicinales, transmiten conocimiento de madres a hijas y fortalecen la confianza comunitaria.

Los desafíos que persisten

  • Las barreras geográficas y de transporte siguen siendo un gran obstáculo: muchas mujeres deben caminar horas o atravesar territorios difíciles para acceder a atención especializada si surge alguna complicación.
  • Las condiciones de vida (escasez de recursos, pobreza, desconfianza hacia los servicios formales, diferencias culturales) hacen que el sistema institucional tarde en adaptarse completamente a las necesidades y ritmos de estas comunidades.
  • Formatos y registros legales requieren capacitación, coordinación institucional, y recursos para consolidarse, así como un respeto auténtico por las prácticas y saberes tradicionales.

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