El Páramo de Guatanfur es uno de los tesoros naturales más sorprendentes de Cundinamarca. Ubicado en el municipio de Sesquilé, este ecosistema andino ofrece paisajes únicos cubiertos de frailejones, aire puro y la oportunidad de caminar entre montañas que resguardan fuentes de agua vitales para la Sabana de Bogotá.
Un santuario de biodiversidad
Este páramo forma parte de la reserva forestal hídrica que incluye los cerros Pan de Azúcar, Cruz Verde y San Antonio. Con alturas que van de los 2.900 a los 3.580 metros sobre el nivel del mar, alberga una gran variedad de flora como frailejones, puyas, romeros, bromelias y orquídeas. Entre su fauna destacan el oso andino, el venado cola blanca, zorros, conejos, águilas y colibríes.
El entorno no solo es un espectáculo visual, sino también un pulmón verde clave para la producción y regulación del agua en la región.
La experiencia de la caminata
La ruta más popular en el Páramo de Guatanfur es circular, con una distancia aproximada de 10 a 11 kilómetros y un desnivel de 500 a 600 metros. La caminata, que dura entre 6 y 7 horas, lleva a los visitantes por senderos naturales, cascadas como Las Moyas y miradores desde los que se aprecian el embalse de Tominé y las montañas circundantes.
Durante el recorrido, los guías comparten información sobre la importancia del páramo y sus especies, lo que convierte la caminata en una experiencia educativa y de conexión con la naturaleza.
Cómo llegar y recomendaciones
El punto de encuentro habitual es el parque principal de Sesquilé. Desde allí, un vehículo conduce a las veredas Tierra Negra o El Chital, donde inicia la caminata. Debido a las condiciones del terreno y el clima de alta montaña, es fundamental llevar calzado impermeable, ropa abrigada, poncho o chaqueta para la lluvia, agua, snacks y una bolsa para los residuos.
Por la fragilidad del ecosistema, no se permiten mascotas y es importante seguir las indicaciones de los guías para minimizar el impacto ambiental.
Un destino para reconectar
El Páramo de Guatanfur Sesquilé es ideal para quienes buscan escapar del ruido de la ciudad y sumergirse en un ambiente de paz. Su mezcla de biodiversidad, aire puro y paisajes de montaña lo convierten en un destino de ecoturismo imperdible en Cundinamarca.
Caminar por sus senderos es una invitación a reconectar con lo esencial, valorar los recursos naturales y entender la importancia de conservar estos ecosistemas estratégicos para el país.



