A pesar de la situación que se vive en Colombia por violencia y secuestro de menores para el conflicto, Paola Andrea Romero Estupiñan y Wilmer Alexander Lenis Sánchez, dos jóvenes colombianos que habían dejado atrás su tierra natal, como es Buenaventura y Cali, para estudiar en el extranjero en busca de un futuro mejor, decidieron pasar unas vacaciones en Colombia con las ganas de aportar a la construcción de una sociedad más equitativa y justa como lo han hecho en varias ocasiones.
Activismo
Al llegar, Paola y Wilmer se sumaron a un movimiento de activismo social que luchaba contra la violencia y promovía la paz. Se integraron en comunidades donde la sombra del conflicto armado era palpable, llevando su mensaje de esperanza y cambio. Organizaron talleres, campañas de sensibilización y actividades que buscaban empoderar a los jóvenes y mujeres, ofreciendo alternativas a la vida violenta que muchos habían conocido.
Sin embargo, la resistencia que generaron no pasó desapercibida. La presencia del ELN, que veía cualquier tipo de activismo que no estuviera alineado con sus intereses era una amenaza para ellos. Paola y Wilmer, a pesar de su buen formar, se convirtieron en blanco de la guerrilla, quienes los acusaron de tratar de desestabilizar sus objetivos y de crear un legado contrario a su ideología. La situación se tornó crítica cuando recibieron amenazas directas, señalándolos como objetivos a eliminar.
Social
Desesperados, la pareja buscó refugio en la protección de la comunidad, pero la corrupción dentro de la policía, que vendía información sobre sus movimientos, complicó aún más su situación. En un acto milagroso, lograron escapar de un ataque directo del grupo armado, pero sabían que su tiempo se estaba acabando. Su nombre se convirtió en sinónimo de resistencia, pero también de peligro, y la presión aumentaba con cada día que pasaba.
La pareja intentó buscar la mediación de líderes comunitarios para aclarar su situación frente al ELN, pero la respuesta fue fría; muchos estaban demasiado asustados para intervenir. Con lágrimas en los ojos y un último abrazo lleno de amor y desesperación, Paola y Wilmer tomaron la decisión de salir de Colombia.




