Yolanda Pérez, esposa del exalcalde anulado, sería la candidata conservadora.
Melgar podría volver a caer en las mismas prácticas que ya le costaron su Alcaldía. Esta vez, con la posible candidatura de Yolanda Pérez, esposa del exalcalde Rodrigo Hernández, quien fue anulado por el Consejo de Estado por incurrir en doble militancia. Según medios locales, el Partido Conservador ya tendría listo su nombre para inscribirla como aspirante en las elecciones atípicas del próximo 17 de agosto.
Pérez es recordada por su rol como gestora social en la administración de su esposo, periodo en el que las decisiones políticas estuvieron marcadas por las alianzas cuestionables que hoy mantienen al municipio en una incertidumbre institucional. De confirmarse su aval, competiría con Francisco Bermúdez, el candidato del ‘hurtadismo’, y Gentil Gómez, quien está en revisión para el respaldo del Partido Liberal en medio de una tormenta política regional.
Advertencia
La posible postulación de Pérez, más que una renovación, parece un intento por mantener intacto el poder local. El Consejo de Estado fue claro: aunque Hernández fue elegido con el aval del Partido Conservador, apoyó públicamente al candidato Fredy Mur a la Asamblea Departamental, postulado por una coalición distinta. Este hecho vulneró las normas electorales y motivó la decisión de segunda instancia, que dejó sin efectos su elección para el periodo 2024-2027.
Sin embargo, en lugar de asumir el error como una oportunidad para corregir el rumbo, el conservatismo parece decidido a revivir el mismo proyecto político, esta vez bajo el nombre de la exgestora social. La pregunta inevitable es si esto representa una candidatura legítima o una extensión del mismo modelo que fue sancionado por la justicia.
Riesgo
Melgar necesita estabilidad, no un continuismo maquillado. Los partidos deben ofrecer opciones distintas, con trayectoria propia y propuestas claras, no atajos disfrazados de candidaturas familiares. La ciudadanía, afectada por el vaivén jurídico y el desgobierno, merece una alternativa real, no una repetición.
A medida que se acercan las atípicas, crece la tensión en el municipio, y con ella la responsabilidad de los electores de impedir que el pasado se repita por costumbre o apatía.
