Feminicidio en Bogotá: su expareja era policía

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Feminicidio en Ciudad Bolívar: otra vida arrebatada por quien debía proteger

Una mujer de 26 años fue asesinada por su expareja sentimental, un policía activo, en el barrio Quintas del Sur, en Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá. El agresor usó su arma de dotación para quitarle la vida a la joven, y luego se disparó a sí mismo. Aunque fue trasladado a un hospital, murió horas después.

El crimen ocurrió en la noche del 22 de abril en una peluquería donde trabajaba la víctima. Según la información oficial, el uniformado pertenecía a la estación de Puente Aranda.

Este caso es un nuevo recordatorio de la violencia letal que muchas mujeres enfrentan por parte de sus exparejas, incluso cuando estas personas forman parte de instituciones que deberían proteger a la ciudadanía. Es urgente hablar de cómo el machismo también se reproduce dentro de cuerpos de seguridad.

La Policía Metropolitana de Bogotá confirmó los hechos y expresó «solidaridad con la familia de la víctima». Sin embargo, las palabras no bastan. Este feminicidio debe ser una alerta para revisar de forma urgente los protocolos de ingreso, seguimiento psicológico y sanción a miembros de la institución que representen un riesgo para las mujeres.

Feminicidios siguen en aumento en Bogotá

Entre enero y abril de 2025, la Fiscalía ha registrado al menos seis feminicidios en la ciudad. Dos de ellos ocurrieron en Ciudad Bolívar. La cifra real podría ser mayor, ya que muchos crímenes contra mujeres no se investigan como feminicidios, pese a las señales claras de violencia basada en género.

Además, 1.154 mujeres han sido víctimas de lesiones personales este año en Bogotá, y se han reportado 16 homicidios de mujeres que aún no han sido clasificados como feminicidios.

La violencia no cesa, y las medidas siguen siendo insuficientes. Las mujeres siguen sin sentirse seguras ni siquiera en sus propios espacios, ni frente a quienes alguna vez dijeron quererlas.

¿Qué hacemos frente a esto?

No basta con campañas o comunicados. Se necesitan políticas reales, con enfoque feminista y de género, que prevengan la violencia desde sus raíces: educación, justicia efectiva, redes de apoyo reales y garantías para que las mujeres puedan vivir sin miedo. Este no es un hecho aislado. Es parte de un sistema que normaliza la violencia contra las mujeres y que aún no les garantiza su derecho más básico: el derecho a vivir.


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