Óscar Barreto y su ambición de poder

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La pugna por el control político en el Tolima.

El Tolima atraviesa una crisis política marcada por el hambre, la pobreza y la miseria, atribuida por muchos al senador conservador Óscar Barreto Quiroga, apodado “El Altísimo”. Conocido por su insaciable sed de poder, Barreto ha logrado consolidar un control casi absoluto sobre la región, dominando la gobernación, 31 alcaldías, CORTOLIMA, y otros entes clave. Su más reciente objetivo es asegurar cuatro representantes a la Cámara
y mantener el Senado en manos de su sobrino, Santiago Barreto.


A pesar de sus logros políticos, la alcaldía de Ibagué ha permanecido fuera de su alcance, aunque Barreto cuenta con el respaldo de los hermanos Bolívar para ganar esta última pieza. Su estrategia ha implicado inversiones multimillonarias en campañas para controlar la gobernación y mantener su hegemonía en el Congreso, pero el panorama para el Tolima ha sido desalentador. Con más de 90 obras inconclusas denunciadas y una falta de acción por parte de los organismos de control, el desarrollo regional parece un espejismo.


El enfrentamiento entre Barreto y sus rivales políticos ha escalado en los últimos años. Mientras que en el pasado apoyó al exalcalde de Ibagué, Andrés Fabián Hurtado, hoy Hurtado es uno de sus más acérrimos críticos, tras haberse lanzado a la campaña por la gobernación. La batalla entre ambos ha tensado el escenario político, generando una fragmentación en los partidos de la región.


La hegemonía que busca Barreto no ha estado exenta de controversias. Su enfoque de “formar para luego destruir” a sus aliados ha generado un ambiente de confrontación, mientras que la oposición se hace más evidente en cada municipio. A medida que los conflictos internos se agravan, la pluralidad política parece estar en juego, con un Tolima dividido entre quienes apoyan a Barreto y quienes lo rechazan.


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