Ojo papitos: Así afecta el maltrato infantil al cerebro infantil

Lourdes Fañanás, doctora en Biología, explica que las vejaciones dificultan la respuesta neurobiológica ante el estrés y pueden ser relevantes en más de la mitad de todos los diagnósticos psiquiátricos infantiles.
Las autoridades iniciaron las respectivas investigaciones para determinar lo móviles, mientras tanto la víctima se recupera.
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“Que los maltratos graves durante la crianza cambian la biología del cerebro del niño es algo sabido desde hace mucho tiempo. La idea de que el cuidado materno y paterno es imprescindible para la salud mental y para el buen desarrollo del niño es tan antigua como la medicina”
Afirma la doctora Lourdes Fañanás Saura, Catedrática de la Universidad de Barcelona e investigadora principal del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM); Fañanás es una de las mayores expertas españolas en el complejo engranaje de diálogos e interacciones entre genes y ambiente que acaba desencadenando el desarrollo de enfermedades mentales. Los datos no mienten. Según la doctora en Biología, el maltrato tiene una influencia más o menos relevante en más de la mitad de todos los diagnósticos psiquiátricos que se hacen en la infancia. Esas experiencias de maltrato durante los primeros años de la vida también se relacionan con más del 35% de los trastornos mentales diagnosticados en la edad adulta.
“Podemos decir que habría un pequeño grupo de trastornos mentales graves, tanto en la infancia como en la edad adulta, donde realmente los factores genéticos explican de manera muy importante de su aparición. Pero incluso en estos trastornos más graves, como pueden ser el trastorno del espectro autista o la esquizofrenia, sabemos que el entorno que ha tenido este niño genéticamente vulnerable juega un papel relevante. Es decir que, si ese niño sufre maltrato, se incrementan las posibilidades de desarrollar un trastorno más grave y con peor pronóstico”, explica.
Lo que hasta ahora no sabían, reconoce Fañanás, es que incluso los niveles más leves y ocasionales de maltrato también tienen repercusiones sobre la neurobiología de los menores. Eso, precisamente, es lo que ha demostrado recientemente un estudio liderado por la investigadora del CIBERSAM Laia Marques-Feixa y publicado en la revista científica Psychological Medicine, que evaluó la historia de maltrato infantil y la reactividad del principal mecanismo biológico de regulación del estrés, el eje Hipotálamo Hipofisario Adrenal (HHA), de 187 participantes de entre 7 y 17 años. “Lo que se ha visto en el estudio es que todas las situaciones de maltrato, desde las más leves hasta las más graves, modifican neurobiológicamente la manera que tienen los menores de responder ante situaciones de estrés”, apunta Lourdes Fañanás.
Existe, en todo caso, una evidente relación dosis-efecto, de forma que, cuanto más grave y sostenido en el tiempo es la situación de maltrato, mayor es su impacto en el desarrollo cerebral de los pequeños y en el funcionamiento de su eje HHA. En el estudio, de hecho, tal y como explica Laia Marques-Feixa, se analizó tanto la severidad del maltrato como la frecuencia de exposición, lo que puso de manifiesto que cuando el maltrato se sostiene en el tiempo (más allá de la gravedad de la experiencia en sí) y la situación se cronifica, el eje HHA también sufre alteraciones y se desregula.


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