
Pisa salta al terreno de juego con una propuesta táctica ambiciosa y cargada de personalidad, apostando por una formación 3-5-2 que busca imponerse desde el orden defensivo y la velocidad en transición. El equipo toscano no se achica ante un rival de jerarquía y deja claro que viene dispuesto a competir con convicción y valentía, dejando incluso sorpresas importantes en el banco.
Uno de los nombres más comentados en la previa es el del colombiano Juan Guillermo Cuadrado, quien estará en el banquillo de suplentes. Su experiencia y jerarquía lo convierten en una carta poderosa para el segundo tiempo, pero por ahora, Pisa opta por un once inicial más físico y táctico, ideal para mantener el bloque compacto y resistir las embestidas rivales.
En el fondo, Pisa confía en una línea de tres centrales sólidos: Canestrelli, Caracciolo y Lisuzzo, que tendrán la dura tarea de contener a la ofensiva rival. Estos tres defensores jugarán cerca del arquero Adrian Šemper, quien será el encargado de ordenar desde el fondo y mantener la concentración en los momentos de mayor presión.
En el mediocampo, Pisa plantea una densidad interesante con cinco hombres. Gabriele Beruatto y Mehdi Léris ocuparán los carriles, con funciones mixtas tanto defensivas como ofensivas, brindando amplitud cuando el equipo tenga el balón. En el eje central, Marin, Aebischer y Esteves trabajarán en bloque para cortar juego, distribuir en corto y lanzar contragolpes desde la recuperación.
Arriba, el tándem ofensivo lo conforman M’Bala Nzola y Stefano Moreo, dos atacantes que combinan potencia y movilidad. Mientras Nzola buscará fijar a los centrales rivales, Moreo se moverá con mayor libertad, aprovechando los espacios que se generen a sus espaldas. Pisa apostará a las transiciones rápidas y a la contundencia, sabiendo que no tendrá muchas oportunidades claras.
Este esquema 3-5-2 refleja una identidad clara: cerrar espacios, congestionar el medio y salir verticalmente. Pisa buscará que sus carrileros sean determinantes para estirar el campo y que los mediocampistas centrales no pierdan el orden táctico. La clave será mantener el bloque unido, con líneas cortas que impidan circulación fluida del rival.
La presencia de Cuadrado en el banquillo representa un recurso valioso para el complemento. Su ingreso podría significar un cambio de ritmo, mayor desequilibrio y experiencia en momentos clave. Pisa lo sabe y lo guarda como un as bajo la manga. Mientras tanto, la misión está clara: resistir, competir y, si es posible, dar la campanada.




