En medio de la compleja situación de orden público que atraviesa el Cauca, un nuevo hecho de violencia volvió a encender las alarmas de las autoridades. Según los primeros reportes, un grupo armado ilegal arremetió contra una estación de Policía en una zona rural del departamento, generando un intenso enfrentamiento que obligó a suspender las actividades comunitarias y a reforzar la presencia institucional en el área. Los habitantes, que han convivido durante años con la presión de distintos actores armados, expresaron su preocupación ante la persistencia de riesgos que impactan su vida cotidiana.
Tras el ataque, las autoridades confirmaron que un uniformado del Ejército fue secuestrado durante la incursión, hecho que agrava el panorama de seguridad en el suroccidente del país. La Fuerza Pública desplegó un operativo para ubicar al militar y recuperar el control del territorio, mientras organismos humanitarios pidieron respetar el Derecho Internacional Humanitario y garantizar la integridad del retenido. El episodio se suma a una serie de hostilidades recientes que han afectado a comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes en distintos municipios.
Líderes locales insistieron en la necesidad de estrategias más sólidas para proteger a la población y contener el fortalecimiento de las estructuras armadas. Aunque el Gobierno ha anunciado nuevos planes de intervención, la situación demuestra que los desafíos en el Cauca siguen siendo profundos y requieren respuestas integrales que combinen seguridad, inversión social y presencia institucional permanente. La comunidad, entre tanto, espera que este nuevo episodio no quede en la impunidad y que se logre el pronto regreso del soldado a su hogar.




