A menos de un año de las elecciones legislativas, el departamento del Cauca podría enfrentar un panorama político poco alentador: la posible repetición de rostros conocidos y cuestionados en la puja por el Senado. Temístocles Ortega y Elías Larrahondo, ambos exgobernadores del departamento, suenan nuevamente como aspirantes, pese al desgaste de sus figuras y los bajos resultados de sus administraciones.
Temístocles Ortega, quien durante años fue considerado un poderoso cacique político, parece haber perdido el respaldo que alguna vez le garantizó el control de varios municipios caucanos. Su distanciamiento con Octavio Guzmán, actual gobernador, y la reciente derrota electoral que sufrió su grupo, evidencian una pérdida de influencia. Aun así, Ortega insiste en mantenerse vigente, en un intento por recuperar el poder que sus electores ya le han venido negando en las urnas.
Por su parte, Elías Larrahondo, el primer gobernador afrodescendiente del Cauca, cerró su mandato entre críticas por la falta de ejecución de proyectos clave, obras inconclusas y decisiones administrativas que, según diversas voces, beneficiaron más a su círculo cercano que a la ciudadanía. Su hermana, actual secretaria de Educación, no renunció a su cargo para aspirar a la Cámara de Representantes, decisión que algunos interpretan como una estrategia familiar para conservar cuotas de poder.
Larrahondo, lejos de hacer una pausa, ha reaparecido en eventos institucionales junto al gobernador Guzmán, dando señales de querer continuar en la escena política pese a su cuestionado legado.

Este panorama ha generado preocupación entre sectores sociales, académicos y comunitarios, que advierten sobre la posibilidad de que el departamento se quede sin una representación sólida en el Congreso si se sigue apostando por las mismas figuras de siempre. El desgaste político, las promesas incumplidas y las denuncias de clientelismo pesan sobre estos nombres que insisten en retornar.
El 2026 se perfila como una oportunidad clave para que el Cauca renueve su liderazgo. Las voces que claman por un relevo generacional y por propuestas más conectadas con las necesidades reales del territorio empiezan a cobrar fuerza. Sin embargo, el desafío es grande: romper con el continuismo y apostar por opciones que garanticen transparencia, compromiso comunitario y verdadera gestión.
La pregunta es si el electorado estará dispuesto a cambiar el rumbo o si, una vez más, optará por las viejas fórmulas.




