La ciencia del ACV está evolucionando en varias frentes: tanto en prevención activa como en nuevas terapias, lo que podría cambiar sustancialmente los resultados para los pacientes.
Estudios recientes muestran que el riesgo de ACV comienza a gestarse desde los 30-40 años, por lo que la detección temprana de factores como presión arterial, azúcar y lípidos es clave.
Tecnologías emergentes, como dispositivos para remover coágulos o intervenciones quirúrgicas más eficaces, prometen mejorar el éxito del tratamiento cuando ya ha ocurrido el ACV.
Un experto señaló que de aquí al 2050 los medicamentos para control de peso, biomarcadores y nuevas herramientas génicas podrían jugar papeles tan importantes como los tradicionales fármacos de lípidos y presión arterial.
El ACV es una de las principales causas de discapacidad y muerte en el mundo. Mejorar tanto la prevención (antes del evento) como el tratamiento (una vez que ocurre) tiene potencial para enormes beneficios en salud pública.




