El emblemático Nosferatu de Murnau ha sido revivido 102 años después por el director Robert Eggers, quien presenta una versión visualmente deslumbrante y profundamente atmosférica. Esta nueva interpretación es sobrenatural, erótica y fatalista, capturando la esencia gótica del original con un enfoque contemporáneo.

Una adaptación distintiva
Si bien esta versión de Nosferatu puede no ser la más fiel al Drácula original, sin duda es la más característica de Eggers. Conocido por sus trabajos en La bruja (2015), El faro (2019) y El norteño (2022), Eggers se ha establecido como un maestro del cine artesanal de terror. Su enfoque minucioso recrea el siglo XIX de manera que parece salido de la imaginación de Mary Shelley o Edgar Allan Poe.
Desarrollo de la trama
Filmada en tonos desaturados por Jarin Blaschke, Nosferatu comienza en 1838, cuando Thomas Hutter (Nicholas Hoult) es enviado a Transilvania para completar una transacción inmobiliaria con el conde Orlok (Bill Skarsgård). Ignorando las advertencias de su esposa Ellen (Lily-Rose Depp), Thomas se adentra en un mundo de rituales paganos y lo sobrenatural, encontrándose con un Orlok que es una figura perturbadora y enigmática.
Actuaciones memorables
Skarsgård interpreta a Orlok no como un monstruo típico, sino como un cosaco disecado que vive en las sombras. Hoult, con su aspecto juvenil, añade una capa de ingenuidad a Thomas, mientras que Depp da vida a Ellen con una vulnerabilidad palpable. La crítica ha elogiado tanto la dirección de Eggers como las actuaciones del elenco. David Rooney de The Hollywood Reporter describe la película como «emocionante, repulsiva y hermosa», y David Ehrlich de IndieWire resalta la impresionante actuación de Depp.
Éxito en taquilla
La recepción de Nosferatu ha sido impresionante, superando las expectativas iniciales en taquilla. En su primer día, la película recaudó 11.55 millones de dólares en Estados Unidos y Canadá, con proyecciones que ahora alcanzan los 42 millones.
Conclusión
Esta adaptación de Nosferatu no solo rinde homenaje al clásico de 1922, sino que también aporta una nueva perspectiva que explora la psicología de sus personajes. La versión de Eggers se consolida como una obra maestra del cine de terror contemporáneo, profundamente enraizada en el gótico y el esoterismo.

