El policía retirado Eusebio Torres fue condenado a la pena de 30 años de prisión por torturar a Carlos Ernesto Casco, a su esposa embarazada y a su hermano en la sede del Departamento de Investigaciones de la antigua Policía de Asunción.
Torres, condenado por cometer hechos de tortura en 1976 a un grupo de civiles, se suma a la breve lista de ocho represores del gobierno stronista -siete miembros de la policía y un militar- condenados por la justicia en la década de 1990.
«Esta sentencia es histórica. Después de 30 años, vemos la condena a un alto rango de la dictadura, por primera vez, en unjuicio oral y público», le dice a BBC Mundo Dante Leguizamón, secretario de la Coordinadora de Derechos Humanos de Paraguay.
Los abogados defensores de Torres, Federico Hetter y Óscar Torres, habían pedido la prescripción de la causa por tratarse de hechos ocurridos en 1976.
«La Fiscalía tiene la oportunidad de educar a estos campesinos que no entienden de derecho, decirles que su tiempo ha transcurrido para la presentación de una denuncia», dijo Torres en su declaración ante el Tribunal.
El Tribunal rechazó el argumento por tratarse de delitos de lesa humanidad.
Para Carlos, de 71 años, la sentencia es un alivio después de tanto dolor. «Duele mucho revivir aquellos momentos trágicos, pero había que hacerlo. La sentencia sirve como un bálsamo para las heridas», le dice Carlos a BBC Mundo.
La detención ilegal y arbitraria fue una práctica usual en el régimen de Stroessner.
En el 91% de las 19.862 detenciones predominó la ilegalidad y 18.772 personas fueron torturadas, según el informe de la Comisión de Verdad y Justicia de 2008.
«Esta sentencia probablemente marque el inicio de una nueva etapa de juzgamientos por crímenes de muchos otros represores que hasta ahora están impunes», señala Carlos.
El recuerdo del pasado
En aquel tiempo, el mecanismo era sencillo.
El comisario Eusebio Torres interrogaba a los detenidos en una de las salas del Departamento de Investigaciones de la Policía de Asunción, mientras dos agentes los golpeaban con sus bastones de madera por la espalda.
«Ya al entrar al pasillo del Departamento de Investigaciones nos recibieron a golpes de sables», dice Carlos aludiendo a Luis Ricardo Shmalko, con quien fue detenido.
La dinámica se repetía con cada uno de los detenidos, pero la violencia física no era exclusiva de los subalternos sino también del comisario.
El 3 de abril de 1976, el mismo día que quedó detenido en el puerto de Asunción al llegar desde Argentina, tras terminar sus estudios de medicina en Corrientes, Carlos vio por primera vez a Torres.
Ese día, Torres lo golpeó en un lateral de su cara y en el cuello con un elemento que se encontraba sobre su escritorio, según relata el denunciante.
El objetivo era conseguir de Carlos una autoinculpación por «actividades subversivas», para luego impulsar un proceso ante la justicia, que también estaba en aquel momento controlada por el poder político y militar que lideraba Stroessner.

