Lo primero que hay que decir es que este nocaut no fue culpa de ningún juez, no robaron a los colombianos, no hubo injusticia: por los puntos y por el desarrollo de la pelea se perdió bien. Así es como Junior de Barranquilla se ha despedido de la Copa Libertadores 2024, esa que una vez soñó con disputar hasta las instancias finales, por cuenta de una llave que decidió Colo Colo de Chile a su favor a fuerza de ganas, de valentía, de un atrevimiento gracias al cual se impuso 1-0 en la ida y 1-2 en la vuelta. Doloroso pero merecido triunfo chileno que les da a ellos el cupo a cuartos y deja a los colombianos, una vez más, viendo por TV a quienes disputan los títulos.

Y era trepidante el arranque de un Junior con necesidad y con la inoportuna lesión de Jermaine Peña y un Colo Colo con valentía, que no se escondía en el arranque pero que daba algún espacio, como aquel de Bacca a los 4 minutos que se fue pegado al palo, cuando remataba sin mayor oposición, de frente a la portería. El tema es que otra vez la velocidad y el ímpetu de los inicios parece ir desvaneciéndose en un Junior que se va quedando sin ideas, más allá de un par de tímidas aproximaciones de Yairo y Enamorado, mientras que con una llegada metió miedo Colo Colo una bomba que desactivó en el último instante Olivera, una alerta roja para los de Reyes, otra vez imprecisos y espesos en la salida, como en Liga.

Ese miedo de luchar y no concretar lo olía un Colo Colo atrevido, que anotaba, en un riflazo de Cepeda a los 43 minutos, un auténtico mazazo sobre la ilusión juniorista. La fortuna, sin embargo, es que el tiburón, contra todo pronóstico, pareció asumir bien el golpe y fue sin dudar por un empate que se concretó instantes antes del descanso: pelota de Didier Moreno a Bacca y fabulosa definición del goleador para ese 1-1 que devolvía a los de Reyes al partido: otra vez, la diferencia era de un solo gol. Y lo tuvo Junior el segundo en el inicio del complemento, otro regalo de Falcón (como en la ida) y otra vez la recuperó Didier para Bacca que esta vez se le fue increíblemente afuera al artillero. Una pena. Igual que alr ecuperación de Fuentes, el centro de Herrara y el cabezazo de Yairo Moreno que debió terminar en el fondo de la red a los 54 minutos. No quería entrar. La polémica del duelo llegaba a los 60 minutos cuando ni el central ni el juez de línea veían la clamorosa mano fuera del área del arquero Cortés, quien por las dudas ya tenía tarjeta amarilla. No se dieron por enterados a pesar del airado reclamo de Bacca.

La salvada de la noche era obra de Mele, quien a los 72 le negaba con el pie el gol a Wiemberg, pero ya no habría defensa cuando apareció Falcon en el tiro de esquina que superó a Bacca, ya no llegó Moreno que había sido un gladiador y le ganó el zaguero en una definición que fue un golpe demoledor, irremontable. Se demoró demasiado Reyes en hacer los cambios, en notar que no era la noche de Enamorado ni de Cantillo y apostaba tarde por Chará y este último quemaba el último cartucho en un taponazo que le detuvieron bien. Después todo fue a peor: tontamente se metió Rafa Pérez en una pelea que le costó la expulsión y luego, con diez, ya fue todo un sueño imposible. Las miradas están todas ahora sobre el técnico Reyes, a quien le cobran los planteamientos en Santiago y en Barranquilla, el rotundo fracaso jugando en casa en toda la Copa Libertadores y la merecida derrota, que puede producir decisiones radicales muy pronto en el tiburón.





