Lo primero que la mejor amiga de Alejandra Cabrejo escuchó fue una discusión bastante pesada en la que ella le pedía respeto a su expareja, el peruano Pierre Ojeda Salazar. Después vinieron los gritos, la sangre y los llamados de auxilio.
En el cuarto de al lado, en ese pequeño apartamento de Tampa, Estados Unidos, ese hombre de 25 años de edad estaba asesinando a Cabrejo, quien se negaba a regresar con él tras una relación amorosa de varios meses.
Aterrorizadas, la amiga de Alejandra y su hija mayor, de 14, corrieron hasta el cuarto para auxiliar a la mujer.
“Pero era demasiado tarde y Pierre aprovechó para coger a la niña y apuñalarla a ella también”, como contó la sobreviviente de esa tragedia.
Tras esa escena, la amiga no tuvo más opción que salir corriendo de ahí para llamar una ambulancia y un cuerpo de policías estadounidenses que capturaran en flagrancia al asesino.
Pero eso segundo no ocurrió. Las primeras patrullas llegaron a las 8:55 de la mañana y encontraron “una mujer hispana de 35 años tendida en el suelo junto a una menor”, como informó el Departamento de Policía de Tampa, Florida.
En ese mismo instante, los policías declararon muerta a la madre y trasladaron de urgencia a la niña, quien no soportó las múltiples heridas con arma blanca y murió minutos más tarde en un hospital federal.
De inmediato, los reporteros locales llegaron al lugar para informar del doble homicidio y entrevistar a los investigadores.
El reporte estremeció a Colombia: “en ese lugar murieron dos mujeres colombianas apuñaladas por un ciudadano peruano. La otra mujer que estaba en el apartamento sobrevivió y la madre dejó una pequeña de 5 años que será custodiada por servicios infantiles mientras solucionamos su custodia”, dijo una de las autoridades a los diarios estadounidenses.
Mientras eso ocurría en EE.UU., los familiares de Alejandra en Colombia recibieron una llamada oficial en la que los informaron de la muerte.
Tal fue el impacto y el choque de la noticia, “que nosotros como familia aún no sabemos qué hacer con los cuerpos. No sabemos si la Cancillería nos va a ayudar o qué va a pasar con ellas”, detalló el primo de Alejandra, Daniel Molina, en diálogo con EL COLOMBIANO.
Por eso, perder a sus seres queridos en EE.UU. fue solo el comienzo de una cantidad de dolores y problemas que vinieron por el hecho de ser una migrante muriendo en territorio extranjero.
De la huida y la captura del feminicida, por ejemplo, se enteraron solo a través de redes sociales y medios, pues todo el seguimiento del caso lo han tenido que ir investigando ellos mismos con la información que sale en la prensa local.




