Los habitantes del Terminal Antiguo y la carrera 20 de Duitama han alzado su voz de manera masiva, expresando su preocupación por la creciente inseguridad que afecta a estas áreas. El descontento se intensifica ante la alarmante presencia de consumo ilegal de sustancias y el aumento de personas en condición de calle, convirtiendo estos sectores en los más peligrosos de la ciudad.
Problemática
Desde hace varios meses, los residentes han sido testigos de un deterioro significativo en la seguridad pública. La situación se ha agravado con los constantes atracos y robos a personas que transitan por la zona. “Ya uno no se siente en paz, vender en este sector es imposible y es una lástima, ya que antes era un lugar donde se podía hacer algo. Estamos abandonados, las autoridades deben prestar más atención y no dejarse ganar por los delincuentes”, comentó Edilson Lopera, vocero de los afectados.
La denuncia de Lopera refleja el sentir de muchos comerciantes y ciudadanos que han visto cómo su entorno ha cambiado drásticamente. El consumo y venta de sustancias prohibidas se realizan a plena luz del día, lo que genera un ambiente de temor y desconfianza. Los negocios, antes prósperos, enfrentan dificultades para atraer a los clientes, quienes prefieren evitar la zona debido a los riesgos asociados.
Además de la problemática del consumo de drogas, el crecimiento de personas en condición de calle se ha vuelto notorio. Estos individuos, que a menudo se agrupan en diferentes puntos de la carrera 20, interfieren en la tranquilidad del lugar y agravan la percepción de inseguridad. “No se puede caminar tranquilo. La presencia de estas personas genera desconfianza, y lo que antes era una vía concurrida se ha convertido en un lugar de riesgo”, añadió Lopera.
Solicitud
La situación ha llevado a los habitantes a solicitar urgentemente la intervención de las autoridades locales. Exigen no solo mayor presencia policial, sino también políticas efectivas que aborden las causas de la inseguridad, como el acceso a programas de rehabilitación y reintegración social para personas en condición de calle. “Es fundamental que se implementen estrategias que no solo refuercen la seguridad, sino que también atiendan a quienes necesitan ayuda. La comunidad no puede seguir viviendo en este clima de miedo”, expresó una vecina que prefirió no ser identificada.
Mientras tanto, las autoridades locales han reconocido el problema, aunque no han presentado un plan concreto para abordar la crisis. La falta de respuestas adecuadas ha alimentado el escepticismo entre los residentes, quienes sienten que su voz no está siendo escuchada. En medio de esta incertidumbre, la comunidad se mantiene unida en su reclamo, organizando reuniones y foros para discutir posibles soluciones.




