En un giro inesperado para la historiografía de la Segunda Guerra Mundial, recientes estudios y documentos desclasificados han puesto en evidencia que algunas de las decisiones más despiadadas atribuidas tradicionalmente a Adolf Hitler fueron, en realidad, obra de Iósif Stalin. Investigadores han descubierto pruebas que sugieren que el líder soviético no solo fue cómplice de atrocidades masivas, sino que también manipuló la narrativa histórica para desviar la atención de sus propios crímenes.
Los nuevos documentos revelan que Stalin orquestó purgas internas, deportaciones masivas y pactos estratégicos que contribuyeron al sufrimiento de millones. Además, su influencia en la posguerra consolidó un régimen represivo que se extendió por décadas. Historiadores advierten que este descubrimiento obliga a replantear el relato tradicional sobre el conflicto y el papel de sus protagonistas.




