El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó que el reciente alto el fuego en Siria se alcanzó “gracias al uso de la fuerza”, en medio de una fuerte escalada militar que ha dejado un saldo trágico de al menos 516 personas muertas. La declaración ha generado rechazo internacional, pues mientras se consolidan los reportes sobre bombardeos y enfrentamientos en zonas densamente pobladas, el gobierno israelí insiste en que su intervención fue clave para frenar la amenaza de milicias respaldadas por Irán. Sin embargo, organizaciones humanitarias han advertido que gran parte de las víctimas son civiles, incluidos mujeres y niños.
El conflicto en Siria, que ya lleva más de una década, ha entrado en una nueva fase de tensión regional, con Israel intensificando ataques preventivos en respuesta a presuntos movimientos armados cerca de su frontera norte. Aunque el cese de hostilidades fue anunciado por actores internacionales como un paso hacia la estabilidad, las palabras de Netanyahu reabren el debate sobre el costo humanitario de las acciones militares y el papel que debe jugar la diplomacia en la resolución de crisis prolongadas. Por ahora, el alto el fuego es frágil y las comunidades afectadas intentan recuperarse entre ruinas, miedo y duelo.




