Katmandú, Nepal – La tensión se ha disparado en Nepal tras dos días de intensas protestas que han dejado un saldo trágico de al menos 25 muertos y han llevado a la dimisión del primer ministro, K.P. Sharma Oli. Lo que comenzó como una manifestación pacífica en contra de la prohibición de 26 redes sociales se transformó en un violento estallido social que ha paralizado el país.
Las protestas, lideradas por la «Generación Z», un movimiento de jóvenes frustrados por la corrupción y el desempleo, fueron la respuesta a una medida gubernamental que consideraron un ataque a la libertad de expresión. A pesar de que la prohibición fue levantada, la ira popular ya se había desatado, escalando a enfrentamientos con la policía y el incendio de edificios gubernamentales, incluyendo el Parlamento.
El Ejército ha impuesto un toque de queda nacional y ha cerrado el aeropuerto de Katmandú en un intento por controlar la situación. Sin embargo, con un vacío de poder y el sistema penitenciario colapsando tras la liberación de más de 2.000 presos, el futuro de Nepal es incierto. La comunidad internacional, incluyendo la ONU, ha instado a la moderación y al diálogo para evitar que la situación se deteriore aún más, mientras las familias lamentan la pérdida de vidas en una crisis que subraya la fragilidad de la democracia en la nación himalaya




