Neira, un pintoresco municipio enclavado en las montañas de Caldas, se ha convertido en uno de los territorios con mayor proporción de adultos mayores en Colombia. En los últimos cuarenta años, la población de ancianos ha crecido un 130 %, un fenómeno que refleja tanto la migración de jóvenes hacia otras ciudades como el aumento de la esperanza de vida en la región. Sus calles tranquilas, sus costumbres arraigadas y el ritmo pausado de la vida rural hacen de Neira un lugar donde la vejez no es sinónimo de abandono, sino de experiencia y memoria colectiva.
El envejecimiento poblacional ha transformado la dinámica del municipio. Hoy, buena parte de la comunidad depende de programas sociales, ayudas estatales y redes de cuidado familiar. Las fondas y los parques se llenan de historias de quienes vivieron la bonanza cafetera y vieron pasar generaciones enteras hacia el progreso urbano. Sin embargo, esta longevidad también plantea desafíos: la falta de servicios médicos especializados, el acceso limitado a medicamentos y la necesidad de políticas que fortalezcan la atención integral al adulto mayor.
Las autoridades locales han reconocido la urgencia de adaptar las estrategias de desarrollo a esta nueva realidad demográfica. Proyectos culturales, huertas comunitarias y espacios de recreación buscan garantizar una vejez activa y digna para los habitantes. En Neira, la vida avanza al ritmo de quienes conservan las tradiciones, demostrando que la longevidad no solo se mide en años, sino en la fuerza de una comunidad que sigue encontrando en sus mayores el corazón de su identidad.