Nacionalismo, religión y farándula: adentro del ‘rally’ criollo de Abelardo de la Espriella

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El precandidato presidencial colombiano Abelardo de la Espriella convocó a más de 15.000 personas en un evento masivo celebrado en el recinto del Movistar Arena de Bogotá, en lo que se describe como un “rally criollo” de su campaña hacia las elecciones de 2026.

El acto combinó tres elementos clave que están marcando la estrategia del aspirante: un fuerte componente nacionalista, una libertad explícita en torno a lo religioso, y la integración del espectáculo o la farándula política para atraer público diverso.

Nacionalismo en primer plano

El discurso central incluyó llamados a “salvar a Colombia”, defender la soberanía nacional y recuperar lo que De la Espriella calificó como “valores tradicionales”. En el escenario, se presentaron militares retirados, exoficiales y veteranos que reforzaron la imagen de firmeza en seguridad, orden público y patriotismo.

Religión como eje movilizador

El evento contó con la participación de figuras religiosas, oraciones públicas, y símbolos relacionados con la fe. Un pastor efectuó una bendición al candidato y declaró que “la cruz vuelve a ondearse en el territorio nacional”. Así, la campaña incorpora un enfoque explícitamente confesional, lo cual permite movilizar un sector conservador de la sociedad que busca representación.

Farándula y espectáculo

Más allá del discurso político, la convención funcionó también como espectáculo: animadores, humoristas, celebridades, merchandising oficial del aspirante y montajes escénicos estilo show político guiaron la experiencia del asistente. Esta sinergia entre política y espectáculo apunta a captar atención mediática, viralidad en redes y construcción de “marca personal” del candidato.

¿Qué representa esto para la campaña de 2026?

Este tipo de eventos puede leerse como una apuesta por una campaña no convencional:

  • Una opción fuera del viejo partido político tradicional, que se presenta como alternativa “anti-élite”.
  • Un enfoque polarizante que apuesta a movilizar por emoción, identidad y pertenencia más que por programas detallados.
  • Un riesgo: al priorizar espectáculo y símbolos, puede limitar el espacio para debate de políticas concretas y hacer difícil atraer votantes moderados o independientes.

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