MURIÓ POR ATAQUE ARMADO

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El 7 de agosto de 2024, Dayan Arbey Rojas fue víctima de un atentado sicarial en la conocida Avenida Fantasma, exactamente en la calle 2 con carrera 34, barrio Los Mártires. Según las autoridades, dos sujetos le dispararon en repetidas ocasiones, dejándolo gravemente herido. En ese momento, ‘Calimeño’ se encontraba bajo medida de prisión domiciliaria, luego de haber salido recientemente de la cárcel.

El ataque ocurrió alrededor de las 5:30 de la tarde, cuando una patrulla del cuadrante 19 del CAI Variante escuchó tres detonaciones. Al acudir al lugar, los uniformados encontraron a Rojas tendido en el suelo y observaron a dos hombres huyendo de la escena. Con ayuda de la comunidad, los presuntos atacantes fueron perseguidos y capturados.

Sospechosos

Los detenidos fueron identificados como Johan Prada Chilatra, de 23 años, residente en Girardot (Cundinamarca), y David Pinto, de 22 años, natural de Ibagué. Durante la captura, se les incautó un revólver calibre 38 con tres cartuchos percutidos. La Fiscalía asumió el caso y desde entonces se investiga si el ataque fue un ajuste de cuentas, dada la historia criminal de la víctima.

Dayan Arbey Rojas tenía 35 años al momento del ataque. Las autoridades lo conocían por el alias de ‘Calimeño’, y tenía un historial judicial con antecedentes por amenazas, lesiones personales, extorsión y tráfico de estupefacientes. Desde que recibió los disparos fue internado en el hospital Federico Lleras Acosta, donde permaneció durante nueve meses con complicaciones de salud derivadas del ataque.

Agonía

La noche del 25 de mayo de 2025, se confirmó su fallecimiento. La prolongada hospitalización había deteriorado considerablemente su estado, y pese a los esfuerzos médicos, no logró recuperarse. Su muerte cierra un capítulo violento que dejó al descubierto redes delictivas activas en Ibagué y reaviva los cuestionamientos sobre la efectividad de las medidas de prisión domiciliaria.

El caso de ‘Calimeño’ deja interrogantes sobre los controles del sistema penitenciario y el alcance de las retaliaciones criminales incluso contra quienes supuestamente están bajo vigilancia judicial. La justicia ahora deberá concluir el proceso contra sus agresores.

Este trágico desenlace debe servir como llamado a las autoridades para fortalecer los controles y a la ciudadanía para mantenerse al margen de actividades delictivas que, tarde o temprano, terminan cobrando vidas.


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