
Se ha establecido un sistema de información que rastrea casos de violencia machista en el país para registrar las mujeres asesinadas. Esto se hace a partir de la prensa local, regional y nacional. El año pasado, se documentaron 511 feminicidios, superando la trágica cifra de uno por día. El Café Ruda en el centro de Medellín, financiado por la asociación feminista Observatorio , enfrenta psicológicamente el desafío diario de abordar esta realidad. A pesar de la ansiedad que genera, su objetivo es claro: detener la violencia. Publican boletines mensuales de setenta páginas, denominados «análisis feminista», sobre la violencia en Colombia. Además, participan en mesas gubernamentales sobre violencia de género, organizan charlas, talleres y movilizaciones. Sumado a esto establecen círculos de protección y atención a víctimas en Medellín, una ciudad situada en uno de los departamentos más conservadores del país. «En este territorio tan de derechas, resistimos», declara Rivera.
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UN MAL QUE NO TIENE FIN
Fue fundado en 2012 al percatarse de la alarmante cantidad de feminicidios en el centro de Medellín. Inicialmente, solo dos miembros de la Red Feminista Antimilitarista manejaban un «Excel rudimental» para recopilar datos sobre las mujeres asesinadas. Con el tiempo, el proyecto creció y amplió su alcance, registrando información no solo sobre la ciudad, sino también sobre el Valle de Aburrá. . En el 2017 se consolido como el observatorio nacional. Rivera y Rojas, quienes lideran el proyecto, se han convertido en expertos en feminicidios en Colombia. Han dedicando horas exhaustivas a revisar la prensa y estudiar los casos, aunque reconocen que es un trabajo difícil.
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Rivera y Rojas esperan que los datos recopilados y las movilizaciones que realizan puedan generar cambios y «hacer visible lo invisible». Reconocen que la alta tasa de feminicidios en Colombia es un problema polifacético. Este esta arraigado en años de machismo, pobreza y una cultura de crimen y violencia. Aunque no tienen una solución definitiva, están seguras de que «no se resuelve simplemente metiendo a los feminicidas a la cárcel». La complejidad del problema requiere abordajes más amplios y transformadores.



