Ganar la lotería y hacer lo que uno quiera es algo con lo que sueñan todos. Ese pensamiento se hizo realidad para la británica Laura Hoyle y su novio Kirk Stevens, cuando la suerte les cambió la vida. Sin embargo, no se las cambió para bien.
Laura trabajaba en una empresa de logística de Hucknall, una pequeña ciudad cercana a Nottingham, en el centro de Inglaterra, pero un billete de lotería que compró con el dinero familiar hizo que se convirtieran en millonarios. Kirk es ingeniero aeronáutico en famosa marca, donde decidió seguir trabajando.
Vivían en el departamento que él alquilaba, dado que los ingresos de la mujer no alcanzaban para mucho. Ambos ganaron un sorteo muy famoso en el Reino Unido, cuyo premio fue de 10.000 libras mensuales para los próximos 30 años, lo que significa que se pasará 360 meses cobrando más de 11.000 dólares puntualmente.
Tras ganar la lotería empezaron a gastar el dinero. Se compraron un auto de lujo y una casa. Además, el novio se metió a estudiar una Maestría en Ingeniería Mecánica, cosa que no hubiera hecho sin la certeza de recibir el pago de la lotería cada mes.
Unos meses después de ganar la lotería, Laura decidió terminar la relación. El problema fue que decidió quedarse básicamente con todo lo que compraron con el premio y el resto del dinero.
Resulta que, aunque el cheque estaba a nombre de ambos, eso sólo fue publicidad de The National Lottery al momento de entregar el premio. Oficialmente ella era la titular a quien se le entregaba el dinero mensualmente porque la inscripción al sorteo estuvo desde el inicio a nombre de ella.
