Tras ser arrollado por una motocicleta falleció Ramiro José Losada Parra.
La capital cacaotera del Huila vive días de consternación tras la trágica muerte de Ramiro José Losada Parra, un adulto mayor de 68 años, arrollado al parecer por un joven motociclista mientras realizaba maniobras peligrosas en el marco de los llamados «piques ilegales». El incidente ocurrió el pasado 6 de septiembre en la tarde, cuando Ramiro, conocido por su dedicación a la venta de guarapo y batidos, estaba cumpliendo con su labor habitual en una de las principales calles del municipio.
La tragedia se produjo cuando un motociclista, presuntamente involucrado en un pique ilegal, arrolló al hombre mientras éste se encontraba en su puesto de trabajo. Según testigos, el joven, quien aún no ha sido identificado, realizaba maniobras temerarias en su motocicleta a alta velocidad, sin tener en cuenta la presencia de peatones ni las normas básicas de tránsito.
Ramiro Losada, que durante años había sido un referente de trabajo y humildad en la comunidad, solía vender guarapo y batidos en los fines de semana para ganarse el sustento de su familia. Este negocio, sencillo pero vital, le permitía cubrir los gastos de su hogar y ser un apoyo económico constante para los suyos. La fatalidad llegó cuando, al parecer, el motociclista, en plena maniobra, no pudo evitar golpear al hombre, quien cayó al suelo y sufrió múltiples heridas que, horas después, le costaron la vida.
Comunidad Conmovida
La muerte de Ramiro ha provocado una ola de tristeza e indignación en los habitantes del municipio de Gigante, los cuales están visiblemente conmovidos, han mostrado su descontento ante lo que consideran un acto de irresponsabilidad por parte del motociclista, quien, según varios testigos, no mostró signos de intentar frenar o esquivar a la víctima. El hombre de edad avanzada no tuvo ninguna posibilidad de evitar el impacto, lo que ha incrementado el dolor y la rabia de la comunidad.
La velocidad excesiva y el descontrol en la circulación de motocicletas se ha convertido en una cotidianidad en algunas zonas del municipio. Este problema, que podría parecer un fenómeno exclusivo de las grandes ciudades, también afecta a pequeños municipios como Gigante, donde la falta de controles efectivos y la inacción de las autoridades han permitido que los irresponsables se tomen las calles a su antojo.
La muerte de Ramiro Losada no solo deja una profunda herida en los corazones de los suyos, sino también una reflexión sobre la necesidad urgente de un cambio en la conciencia vial de la población y el cumplimiento de las normas de tránsito, para evitar que hechos como este se repitan y que vidas inocentes sigan siendo víctimas de la imprudencia y el descontrol en las vías públicas.
La memoria de Ramiro, un hombre que solo salía a trabajar por su familia, debe permanecer como un recordatorio de que ninguna vida debería ser arrebatada por la irresponsabilidad de quienes confunden la vía pública con una pista de carreras.




