Monumento al amor eterno emociona cada año con un corazón de luz

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En 1920, el escultor Léonce Evrard talló algo más que piedra: inmortalizó el amor por su esposa Louise Flignot, fallecida de forma prematura, en un mausoleo que aún hoy conmueve a quienes lo visitan. Esta obra, ubicada en un cementerio de Francia, no solo es un tributo escultórico, sino también una muestra de cómo el arte y el amor pueden fusionarse para vencer al tiempo.

La escultura representa una figura en duelo frente a una pared que, a simple vista, parece vacía. Sin embargo, esconde un detalle mágico y simbólico: una vez al año, cerca del solsticio de verano, un rayo de sol entra por una abertura especialmente diseñada y proyecta la silueta perfecta de un corazón sobre la pared.

Este fenómeno lumínico, planeado con precisión matemática y cargado de sentimiento, se ha convertido en un poderoso recordatorio de que el amor verdadero puede manifestarse incluso a través de la luz. Cada año, ese corazón de sol late una vez más por Louise, como si el alma de Evrard aún la abrazara desde la eternidad.


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