‘Mindfulness’, una herramienta científica que ayuda a sanar tiempos de ansiedad

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En un mundo donde las pantallas no se apagan, los pensamientos corren sin descanso y las emociones parecen una tormenta constante, detenerse, respirar y observarse sin juicio puede parecer revolucionario. Eso es lo que propone el mindfulness, una práctica milenaria que, desde hace años, cuenta con respaldo científico y aplicación terapéutica efectiva.

Lejos de las ideas erróneas que lo reducen a una moda “new age” o a una simple técnica de relajación, el mindfulness —o atención plena— ha sido incorporado como herramienta clínica dentro de enfoques psicoterapéuticos serios, especialmente desde la psicología cognitivo-conductual, explicó el psicólogo clínico Oswaldo Navarro.

Técnica

“El mindfulness no es magia. Es práctica. Es evidencia. Es salud”, afirma un psicólogo clínico del Consultorio Psicología Integral para Todos, ubicado en el centro de Pasto, donde esta técnica ha cobrado fuerza en los últimos años.

Según explica, el mindfulness consiste en un entrenamiento sistemático de la atención, que permite al paciente observar sus pensamientos, emociones y sensaciones físicas sin reaccionar de forma automática ni juzgarse. A través de esta práctica, las personas logran desarrollar autorregulación emocional, romper con ciclos de sufrimiento y tomar decisiones más conscientes.

Numerosos estudios han demostrado que el mindfulness practicado de forma constante reduce significativamente niveles de ansiedad, estrés, síntomas depresivos y trastornos del sueño. También mejora la concentración, la empatía y la percepción de bienestar general.

Intervenciones

En consulta, es frecuente que los pacientes lleguen con altos niveles de angustia, pensamientos obsesivos o una fuerte desconexión con su cuerpo y su presente. Las intervenciones basadas en mindfulness, según este profesional, ayudan a crear espacios seguros de introspección, donde el sufrimiento puede ser observado y transformado.

“Muchos pacientes, en medio de su dolor, descubren que no se trata de huir del malestar, sino de aprender a habitarlo con otra mirada. Eso es lo que enseña el mindfulness: a responder en lugar de reaccionar”, añade. En regiones como Nariño, marcadas por duelos colectivos, incertidumbre económica, tensiones sociales y cambios abruptos, el impacto emocional ha dejado huellas profundas. Frente a esta realidad, prácticas como el mindfulness ofrecen un camino accesible y respetuoso para sanar desde lo personal y lo colectivo.


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