Maya, una pitbull callejera que había sido sentenciada a eutanasia por «mal comportamiento», vivió un milagro de última hora cuando el mediodía del 16 de mayo, momento programado para su ejecución, un encuentro inesperado cambió dramáticamente su destino y le devolvió la esperanza de vida.
La perrita había sido encontrada vagando por las calles de Carolina del Sur por personal de un refugio gubernamental, quienes inicialmente intentaron rescatarla pero se enfrentaron a su terror natural que la llevó a intentar huir desesperadamente de quienes pretendían ayudarla.
El comportamiento defensivo de Maya, producto del trauma de la vida callejera y el abandono, fue malinterpretado por las autoridades del albergue como «agresividad», llevándola directamente a la lista de eutanasias en una decisión que casi le cuesta la vida a una perra que solo necesitaba amor y paciencia.
La sedación forzosa para trasladarla al refugio marcó el inicio de una pesadilla que parecía tener un final inevitable, hasta que ese encuentro fortuito del 16 de mayo demostró que los milagros existen y que el amor puede vencer incluso a la muerte programada.
Esta historia de Maya representa la realidad cruel de miles de animales callejeros que son juzgados por su miedo y trauma, siendo condenados a muerte por comportamientos que son simplemente mecanismos de supervivencia desarrollados tras años de maltrato y abandono en las calles.




