Amidias del reciente cierre de la ruta terrestre a través de la selva del Darién, un número creciente de personas migrantes ha comenzado a utilizar rutas marítimas alrededor de Colombia para intentar regresar al sur o continuar su travesía hacia Estados Unidos.
Estas rutas son realizadas a bordo de lanchas sobrecargadas y sin condiciones mínimas de seguridad. Familias enteras, incluyendo niños y ancianos, afrontan riscos de ahogamiento —que constituyen casi la mitad de las muertes en la región del Darién—, además de exposición a extorsión, violencia armada y carencia de asistencia humanitaria.
La ONG Acción contra el Hambre ha iniciado labores de atención en puntos críticos como Capurganá, Acandí y Necoclí, y continúa vigilando zonas del Pacífico y el Caribe, alertando sobre una crisis humanitaria creciente que permanece bajo los radares de la comunidad internacional.