«Mi hermana pequeña nunca me quería abrazar y ahora no se separa de mí»: el pueblo ucraniano que un ataque con misiles dejó lleno de huérfanos

Dima perdió a su madre, a su padre y a sus dos abuelos, en un ataque con misiles contra su pueblo, Hroza, en el noreste de Ucrania.
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«Aún no me hago del todo a la idea», indica a la BBC el adolescente de 16 años.

«Ahora soy el cabeza de familia», comenta, y agrega: «por quien más lo siento es por mi hermana menor. Antes de que esto sucediera no le gustaba que la abrazara. Ahora quiere abrazarme todo el tiempo».

El 5 de octubre de 2023, un misil impactó en una cafetería en Hroza y mató a 59 personas.

Al menos un miembro de cada familia de la aldea había acudido allí para asistir al funeral de Andriy Kozyr, un vecino que se había alistado como voluntario en el ejército ucraniano.

Una quinta parte de la población fue asesinada y muchos tenían hijos, por lo que ahora se conoce a Hroza como un pueblo lleno de huérfanos.

Se trata del incidente con más muertos civiles ucranianos desde que comenzó la invasión a gran escala de Rusia hace dos años.

Moscú no se ha pronunciado sobre este ataque, pero sus fuerzas aseguraron haber llevado a cabo ofensivas contra objetivos militares en la región, según medios estatales rusos.

Ucrania aseguró que no había objetivos militares allí, algo que respalda un informe de la ONU según el cual “no había indicios de personal militar ni de ningún otro objetivo militar legítimo».

La vida de Dima antes de la guerra era como la de cualquier otro joven de su edad: vivía con sus padres, salía con amigos, hablaba por teléfono a menudo y, a veces, discutía con sus hermanas.

Ahora contempla, en un cementerio a las afueras de su pueblo, las coronas de flores que cubren las tumbas recientes de sus padres y abuelos paternos.

Todavía no tienen lápidas, y en su lugar hay cruces de madera con fotografías de sus caras sonrientes.

Aquí apenas llegan visitantes. La aldea de Dima, en la región ucraniana de Járkov, está muy cerca de la frontera rusa y a unos 30 kilómetros de distancia se libran intensos combates alrededor de la ciudad de Kupyansk.

Abundan las flores con los colores nacionales ucranianos, azul y amarillo, y el silencio sólo se ve interrumpido por el sonido de explosiones a lo lejos.

Devastados y afligidos, Dima y sus hermanas pidieron ayuda a sus abuelos maternos, los únicos que siguen vivos..

«Muchas personas murieron a causa del ataque. De repente, el pueblo quedó vacío«, relata Valeriy, abuelo de Dima, de 62 años.

«Nunca olvidaremos ese dolor. Teníamos cuatro ataúdes en la casa. Mi mente comprende lo que pasó, pero mi corazón todavía no lo puede creer», lamenta.

Me muestra la última foto que le tomaron a su hija Olga y al marido de esta, Anatoliy. «Se amaban muchísimo. Era un buen hogar», afirma Valeriy.


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