En el 2015, un miembro del comité que revisó su tesis doctoral en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, le dijo que si regresaba a México se «desvanecería en la mediocridad». Pero la bioinformática Daniela Robles-Espinoza cree que pasó todo lo contrario.
Robles-Espinoza (San Luis Potosí, 1986) lleva los últimos cuatro años de su vida tratando de desentrañar los secretos genéticos detrás de un desconocido melanoma que aparece en las plantas de los pies y las palmas de las manos, sobre todo en personas de Latinoamérica, Asia y África.
El melanoma es el cáncer de piel más mortal del mundo, responsable del 75% de las muertes por cáncer de piel en Estados Unidos y Europa, donde más se ha estudiado. Otros tipos (los carcinomas espinocelular y basocelular) son más comunes, pero menos agresivos.
Melanomas hay de varios tipos, la mayoría causados por la exposición excesiva al sol y algunos menos comunes, como los que aparecen en las mucosas. Pero las causas del que indaga Robles-Espinoza, el llamado lentiginoso acral,son todo un misterio.
La científica de 35 años estudió ciencias genómicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una carrera nueva de la que no se había graduado ni un solo estudiante cuando ella empezó.
«Era pura química, biología y matemática. Yo no sabía qué iba a hacer con esa carrera, pero sonaba muy divertido», cuenta.
Cuando estudió el bachillerato, en su instituto los preparaban para enviarlos a diferentes universidades internacionales a sacar sus posgrados. «Traían speakers de todo el mundo».
Uno de ellos se convertiría después en su mentor en la Universidad de Cambridge, donde hizo su doctorado y posdoctorado.
Durante sus seis años en Reino Unido estudió el principal tipo de melanoma, el que aparece en pieles blancas por la exposición excesiva al sol. Allí identificó un gen con cambios en su estructura que ayudó a explicar por qué ciertas familias de Inglaterra desarrollaban melanoma y otros tipos de cáncer.
Uno de sus profesores de la carrera de ciencias genómicas le ofreció regresar a México en 2016, al recién creado Instituto Internacional de Investigación sobre el Genoma Humano (LIIGH, por sus siglas en inglés), que había abierto sus puertas un año antes.
Allí desarrolló su propio grupo de trabajo para estudiar el melanoma en pieles mexicanas.
Estudiar pieles «no blancas»
Robles-Espinoza se define como una científica bastante rebelde. «Me paso peleando con la ciencia colonialista en Twitter».
Por eso cuando volvió a México decidió enfocarse en estudiar las poblaciones de su país. El primer paso fue sentarse a conversar con médicos para saber qué estaba pasando con el melanoma allí. Y esas pláticas le cambiaron el rumbo a sus investigaciones.
«Me dijeron: ‘No, no, aquí tenemos otro tipo de melanoma que no es causado por el sol ni por los rayos ultravioleta. Yo no tenía idea».
Es así en al menos un 44% de los casos,según el estudio «Melanoma en México: características clínico-patológicas en una población con predominio del subtipo lentiginoso acral», publicado en el 2016 en la revista Annals of Surgical Oncology, en el que analizaron muestras más de 1.200 pacientes.
Es un tipo de melanoma del cual se sabe poco, que aparece en las plantas de los pies sobre todo, pero también en las palmas de las manos y algunas veces bajo las uñas en forma de lentejas oscuras.
Nadie sabe con exactitud por qué sucede.
Al estar en partes del cuerpo a las que no llega usualmente la luz del sol, es muy probable que no lo incite la radiación UV.
Pero la gran mayoría de estudios sobre melanomas se centra en poblaciones de Estados Unidos, Europa y Australia. En parte por eso, dice Robles-Espinoza, se sabe poco de las pieles no blancas que lo desarrollan.
Así fue como la científica encontró su próximo foco de estudio.
Aunque hay algunos rastreos epidemiológicos, no son suficientes para dimensionar a cuánta gente impacta este subtipo de melanoma en los países de Latinoamérica.
Un estudio escrito por Robles-Espinoza y otros 10 investigadores recopila investigaciones llevadas a cabo en 2008, 2013 y 2016 que concluyen que al menos en México y en Perú es el subtipo más común.
Son países que tienen «una compleja historia demográfica con ascendencia europea, africana y nativa americana», explica el estudio, denominado «Melanoma lentiginoso acral: hechos básicos, características biológicas y perspectivas de investigación de una enfermedad poco estudiada», publicada en la revista Pigment Cell and Melanoma Research.
El documento recoge las pocas investigaciones que existen en Latinoamérica sobre la enfermedad.
Una de ellas analizó 410 muestras en Perú y concluyó que el 35% de los casos de melanoma del país son acral. Otras dos indican que este subtipo está presente en Chile, sobre todo en poblaciones de menor nivel socioeconómico y que son descendientes de indígenas.
Asimismo, hay estudios que evidencian que en países asiáticos como Japón, Taiwán y Corea del Sur, el acral representa más del 50% de los melanomas. Y en poblaciones negras de África, aunque hay aún menos estudios, también se ha encontrado alta incidencia de este subtipo.
En Estados Unidos también es más común en las pieles oscuras. La investigación «Patrones de incidencia y supervivencia del melanoma lentiginoso acralen los Estados Unidos, 1986-2005» concluye que un 36% de los melanomas que padecen las personas negras es justamente el acral.
Entre la población asiática que vive en ese país, la incidencia es del 18% y para la hispana del 9%. Mientras tanto, representa solo un 1% de los melanomas en pieles blancas.




