En un giro inesperado que generó conmoción en a la opinión pública estadounidense, un hombre confesó el asesinato de un violador que había agredido a una familiar. El homicida, Nicholas Stanley, de 35 años, se destapó en una entrevista con la cadena WBND; sin rodeos, dijo no estar arrepentido. Sin embargo, sus parientes aseguran que deben tenerse en cuenta varios atenuantes, ya que Stanley había estado bajo supervisión psiquiátrica y dejó de tomar sus medicamentos unas semanas antes del crimen.
“Estoy cansado de fingir que debo tenerle miedo al sistema”, sostuvo Stanley, padre de dos hijos pequeños, en un tono cargado de frustración y desafío.
El caso ha puesto sobre la mesa un debate profundo sobre la confianza en las instituciones judiciales y el papel del ciudadano frente a la justicia, ya que, a pesar del antecedente, el violador quedó libre.
“Cuando salió [de la cárcel], perdí la cabeza. Fui a buscarlo y cuando lo encontré, hice lo que tenía que hacer”, declaró Stanley.
El homicidio se perpetró el pasado 24 de junio en un motel de Elkhart, Indiana, un mes después de que el violador, Allen L. Cogswell, quedara en libertad. El cadáver fue hallado por la Policía con varios disparos.
Ahora, Stanley se enfrenta una pena mínima de 45 años y máxima de 65. Sin embargo, sostuvo que no está arrepentido, incluso frente a la posibilidad de no volver a ver a sus hijos en libertad.
“Sé que me voy a perder el resto de sus vidas. Los quiero, chicos. No se preocupen por mí. Vivan su vida. Que tengan la mejor vida posible”, indicó Stanley en la entrevista con WBND.
