El balance es abrumador. Las autoridades han revelado que el terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter, que sacudió Turquía y Siria en la madrugada del lunes, ha causado hasta ahora un total de 17.716 muertos.
Las esperanzas de encontrar más supervivientes se desvanecen con el paso de los días, especialmente en la ciudad de Gaziantep, una de las más devastadas por el seísmo. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció que el número de muertos en su país era de 14.014 y más de 60.000 heridos, mientras que en Siria la cifra provisional es de 3.162 muertos.
Los expertos locales calculan que decenas de miles de personas siguen bajo las ruinas de los edificios derrumbados, que, cabe señalar, se encuentran en condiciones climáticas gélidas.
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Los equipos de rescate advirtieron de que el recuento de muertos y heridos podría seguir aumentando, ya que muchas personas siguen atrapadas bajo los escombros.
Estados Unidos anunció el jueves que, a través de su Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), destinará 85 millones de dólares en ayuda humanitaria para paliar el impacto del terremoto en estos dos países.
En las zonas de Idlib y Alepo (noroeste), controladas por la oposición, el balance de víctimas supera los 1.900 fallecidos y los 2.950 heridos, según el último recuento proporcionado por los Cascos Blancos, un grupo de socorristas que interviene en las regiones opositoras de Siria.
Las autoridades sirias anunciaron el miércoles que unas 293.000 personas tuvieron que evacuar sus hogares como consecuencia de los seísmos en las zonas gubernamentales, donde se han habilitado unos 180 refugios para albergar a quienes perdieron sus casas o cuyas viviendas resultaron gravemente afectadas.




