El Estadio La Independencia de Tunja se convirtió anoche en el epicentro de la emoción y la nostalgia cuando Marco Antonio Solís, “El Buki”, cerró con broche de oro el Festival Internacional de la Cultura Campesina de Boyacá. Bajo un cielo estrellado y un público que colmó cada rincón del escenario, el artista mexicano ofreció un concierto que quedará grabado en la memoria de los boyacenses.
Desde su entrada, el público estalló en aplausos y gritos de júbilo. Con su característico carisma y una voz intacta, Marco Antonio Solís abrió su presentación con “O me voy o te vas”, encendiendo de inmediato la energía del estadio. A lo largo de la noche, interpretó otros de sus grandes éxitos como “Sigue sin mí”, “Más que tu amigo” y “Si no te hubieras ido”, cada uno coreado con fervor por miles de asistentes que no dejaron de cantar ni un solo verso.
El concierto no solo fue un espectáculo musical, sino también un homenaje a la cultura campesina y a la identidad boyacense. Entre canción y canción, el artista agradeció el cariño del público y destacó la calidez de la gente de Tunja, a quienes llamó “guardianes del alma de Colombia”. Su humildad y conexión con el público marcaron el ritmo de una velada que combinó romanticismo, folclor y orgullo regional.
El instante más emotivo de la noche llegó cuando el gobernador de Boyacá, Carlos Amaya, subió al escenario para entregarle al cantante una ruana boyacense, símbolo de la tradición campesina y del espíritu laborioso del pueblo boyacense. Marco Antonio Solís, visiblemente conmovido, se colocó la prenda sobre los hombros mientras el público ovacionaba de pie. “Ahora soy un boyacense más”, expresó con una sonrisa que desató una nueva ola de aplausos.
Esa escena, cargada de simbolismo y gratitud, se convirtió en el corazón del concierto. La ruana, tejida con lana pura y cargada de significado cultural, representó el abrazo del pueblo boyacense a un artista que, desde su sencillez, supo interpretar el sentir de miles de personas que han encontrado en sus letras el eco de sus propias historias de amor y desamor.
La noche avanzó entre luces, acordes y emoción. Cuando sonaron los primeros compases de “Si no te hubieras ido”, el estadio entero se iluminó con los celulares del público, creando un mar de luces blancas que acompañó al cantante en una interpretación llena de sentimiento. Fue el cierre perfecto para un festival que, durante varios días, celebró la riqueza del campo, la música y la cultura boyacense.
Al despedirse, Marco Antonio Solís prometió regresar a Boyacá, agradeciendo al público por “una de las noches más especiales” de su carrera. Con su voz aún resonando en el aire frío de Tunja, el Festival Internacional de la Cultura Campesina bajó el telón con una mezcla de orgullo, emoción y gratitud. Una ruana, una canción y un aplauso eterno quedaron como testimonio de una noche inolvidable.

															


