No quiero hacer un reclamo social y procurar que padres, hijos mayores y en general la sociedad dirijan su mirada a las madres cuyo cansancio mental y físico es a veces abrumador. En este momento quiero referirme a nosotras, las madres.
Cuando tú y yo somos conscientes de él, podemos atendernos, pedir ayuda y hacer ver a otros que “no es chistoso”, que no podemos, que estamos quedándonos sin energía o recursos para conectar o realizar eficientemente nuestras labores.
¡Estoy agotada!, pero “es normal”
Claro que es normal estar cansadas, pero no me refiero a ello en este momento. El agotamiento es un estado excesivo de cansancio, que nos desgasta y desensibiliza.
Y no, no es normal sentirnos agotadas. Aún recuerdo aquel día en que llamé por sexta vez a mi pacientísimo pediatra para preguntarle con inquietud la razón por la que mi bebito pudiera llevar llorando casi una hora. No había podido bañarme, usaba chanclas, tenía una pila inmensa de trastes por lavar, obviamente, no había aún puesto las dos lavadoras que tenía pendientes y mi bebito hermoso se quejaba amargamente.
¿Quisiste ser madre? ¡Ahora aguanta!
No, ser madre no es una especie de “manda” que hay que pagar. No es tampoco un castigo ni una sentencia. Es un privilegio y una bendición. Conseguir apoyo en esta labor no es “molestar” ni al marido, ni a los otros hijos, a los abuelitos, es justamente, compartir esa bendición.
¿Aguantar? Ser madre no se trata de soportar el llanto, los desvelos y/o dejar de lado nuestra vida. Se trata de cuidar con toda el alma, se trata de gestionar las necesidades tuyas y resolverlas para estar entera y dispuesta para atender y gestionar amorosamente las necesidades de los tuyos, especialmente de nuestros pequeños.
¿Cómo atendernos entonces para evitar el agotamiento?
Te comparto algunos tips básicos para hacer malabares sana y eficientemente aprendiendo a conciliar tus labores de madre y esposa con tus necesidades básicas.
1 Aprende a mirarte
Es bellísimo que desees darte por entera a los tuyos, pero si continúas desbaratándote para donarte, terminarás después arrancando áridamente a esos que amas, los jirones de piel que has dejado al descuidarte.
2 Aprende a pedir ayuda
Habla. Ayuda a que quienes comparten la vida contigo comprendan tus necesidades. Amar implica servir. No puedes tú siempre colocarte como la proveedora de atención y apoyo en tu hogar. Te reforzará grandemente saber exigir lo que necesitas, para sentirte completa y capaz de dar sanamente.
3 Revisa tus expectativas
Las expectativas pueden convertirse en nuestras grandes enemigas. Lo mejor es tener sueños altos, y expectativas bajas. Deja ya ir ese espejismo de la que serías al convertirte en madre, acepta con cariño y compasión la que eres hoy, con esta casa, con estos hijos, con este esposo, con esta economía y con esta vida.
4 Sé paciente contigo y con tus circunstancias
Deseas llegar a cierto lugar, y puedes frustrarte. Sé paciente. Un gran camino se realiza por pequeños pasos. Respira y vive el hoy amorosamente, disfrutándolo, construyendo eslabón por eslabón ese futuro luminoso que tu corazón anhela.




