En el municipio de Fundación, Magdalena, una tragedia devastadora sacude a la comunidad: los hermanos Enrique y Juan Manuel Fontalvo fueron asesinados a tiros. No fue una sombra más en la noche: sus padres, desolados, se vieron obligados a trasladar los cuerpos de sus propios hijos en motocicleta, porque las autoridades alegaron que no podían acudir al lugar por razones de seguridad.
Según fuentes, los jóvenes salieron esa noche con alegría, con música y amigos, confiados en una noche de celebración. Sin embargo, esa dicha se tornó en horror en un descampado rural, donde sus cuerpos, abatidos por múltiples impactos de arma de fuego, fueron hallados por quienes más los amaban. Las víctimas fueron llevadas por sus padres en moto, un acto cargado de dolor tan crudo como simbólico: el levantamiento de los cadáveres —a cargo de sus seres queridos— en lugar de una autoridad, sacude el sentir colectivo.
Este episodio brutal no solo marca la pérdida de dos vidas jóvenes, sino también la grave ausencia de una institucionalidad que no estuvo a la altura de la emergencia. La imagen que circula en redes muestra a los padres abrazando por última vez a sus hijos en el tanque de una moto: una fotografía del dolor más íntimo y un llamado urgente a hacer lo necesario para que tragedias como esta no se repitan.



