A partir del lunes 21 de octubre entran en cese de actividades indefinido, exigiendo mejoras en sus condiciones laborales.

La situación que ha llevado a las madres comunitarias a tomar esta drástica decisión es compleja y multifacética. Una de las principales razones es la inestabilidad en sus contratos, que, en muchos casos, solo tienen una duración de dos o tres meses. Esta precariedad laboral dificulta su planificación financiera y emocional, ya que no pueden contar con un ingreso seguro a largo plazo.
Además, las madres comunitarias denuncian incumplimientos de acuerdos firmados el 11 de febrero de 2023. Estos acuerdos contemplaban aspectos fundamentales para su bienestar, como la asignación de cupos para subsidios pensionales, que les permitirían asegurar un futuro más estable. Sin embargo, hasta la fecha, no se ha cumplido con estas promesas, generando desconfianza y descontento entre las trabajadoras.
Condiciones laborales críticas
Otro punto crucial que ha llevado a estas mujeres a la huelga es la falta de dotaciones necesarias para llevar a cabo su labor. Las madres comunitarias desempeñan un papel vital en la educación y el cuidado de los niños, y necesitan herramientas adecuadas para garantizar la calidad en su trabajo. La falta de materiales y recursos ha hecho que su tarea se vuelva aún más complicada y estresante.
Además, el retraso en los pagos de salarios y prestaciones sociales ha agravado la situación. Muchas de ellas dependen de estos ingresos para mantener a sus familias, y la incertidumbre sobre cuándo recibirán su pago ha llevado a situaciones de estrés financiero insostenible. Esta falta de compromiso por parte de las autoridades no solo afecta a las madres comunitarias, sino que también repercute en los niños y familias a quienes sirven.
Demandas urgentes
Las madres comunitarias han hecho un llamado urgente a Luz Elena Gutiérrez Uribe, la directora regional, para que escuche sus peticiones y brinde soluciones efectivas. Exigen no solo una respuesta inmediata a sus demandas, sino también un cambio real en la forma en que se gestionan sus contratos y condiciones laborales. La directora debe entender que la lucha de estas mujeres no es solo por ellas, sino por el bienestar de las comunidades que atienden.
Una voz de esperanza
El paro de las madres comunitarias es un acto valiente que refleja su deseo de ser escuchadas y tratadas con dignidad. A pesar de las adversidades, estas mujeres han demostrado una capacidad de organización y solidaridad que es inspiradora. Su lucha es un recordatorio de la importancia del trabajo que realizan, y de la necesidad de reconocer y valorar su contribución a la sociedad.
Las mujeres cuidadoras de la primera infancia exigen a Gutiérrez Uribe soluciones inmediatas para garantizar sus derechos laborales.




