Luis Lasprilla exintegrante de la Primera Línea, fue asesinado en el barrio Loreto de Palmira tras salir recientemente de prisión

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Luis Fernando Lasprilla Balanta, conocido popularmente como ‘Gato Negro’, fue asesinado en las últimas horas en el barrio Loreto, comuna 4 del municipio de Palmira, Valle del Cauca. El joven de 29 años fue reconocido por su participación activa en la llamada Primera Línea durante las protestas del estallido social en 2021.

El crimen ocurrió cuando Lasprilla se encontraba en la zona residencial, en circunstancias que aún son materia de investigación. Según versiones preliminares, fue atacado con arma de fuego en medio de una presunta discusión, aunque las autoridades no han confirmado si este fue el motivo principal del homicidio.

El personero municipal de Palmira, William Andrey Rojas, informó que el caso ya fue asumido por unidades de la Sijin, quienes adelantan las labores de recolección de pruebas, revisión de cámaras de seguridad y entrevistas a testigos, con el fin de esclarecer los hechos y dar con los responsables.

Luis Fernando había recuperado su libertad recientemente, tras cumplir una condena relacionada con hechos ocurridos durante las jornadas de protesta social. Actualmente trabajaba como carnicero, según informaron fuentes cercanas, e intentaba reconstruir su vida alejado de los escenarios de confrontación.

El asesinato ha generado conmoción entre sectores sociales y defensores de derechos humanos, quienes han venido alertando sobre un patrón de violencia dirigido contra exintegrantes de la Primera Línea. La organización Justicia y Dignidad denunció que este es el décimo homicidio registrado en circunstancias similares.

“Estamos frente a una grave situación de riesgo para jóvenes que participaron en las protestas y que, tras cumplir sus penas, han intentado reinsertarse en la sociedad. No puede convertirse en una condena perpetua el haber alzado la voz”, expresó la ONG a través de un comunicado público.

En barrios como Loreto, donde se registró el ataque, la comunidad ha manifestado preocupación por el aumento de hechos violentos, algunos de ellos con características que apuntan a posibles retaliaciones o ajustes de cuentas. Sin embargo, este caso ha sido tratado con especial atención por el contexto del fallecido.

Las autoridades locales han pedido prudencia frente a las hipótesis que circulan en redes sociales, insistiendo en que serán los resultados de la investigación judicial los que permitan esclarecer lo sucedido y descartar o confirmar posibles móviles políticos o personales.

La Alcaldía de Palmira, por su parte, lamentó lo ocurrido y reiteró su compromiso con la protección de los derechos humanos y la seguridad ciudadana. A través de un comunicado, expresaron solidaridad con la familia de Lasprilla Balanta y con todos aquellos que rechazan la violencia como forma de resolver conflictos.

El caso también ha sido mencionado en foros nacionales, donde diferentes colectivos juveniles y estudiantiles reclaman garantías para quienes participaron en el estallido social y hoy enfrentan estigmatización, exclusión laboral o amenazas por su pasado de movilización.

Luis Fernando Lasprilla fue uno de los rostros visibles durante las jornadas de protesta en Palmira, y pese a sus antecedentes judiciales, muchas organizaciones lo reconocían como un líder barrial con intención de cambio. Su asesinato deja un mensaje preocupante sobre el nivel de vulnerabilidad que enfrentan los jóvenes en procesos de reintegración.

Mientras avanzan las indagaciones, la comunidad exige justicia y una respuesta contundente del Estado para evitar que este tipo de hechos se repitan, especialmente en un país donde la protesta social continúa siendo criminalizada por ciertos sectores.


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