El barrio José María Carbonell, al norte de Neiva, volvió a ser escenario de violencia tras el ataque sicarial que ya deja cuatro víctimas mortales. La más reciente, José Luis Ríos, falleció luego de permanecer varios días hospitalizado en el Hospital Universitario, tras ser gravemente herido en el atentado del pasado 27 de julio. Su muerte se suma a las de Kevin Polanía, Brayan y Magali Celis, quienes perdieron la vida en los días anteriores como consecuencia del mismo hecho violento que sacudió a esta comunidad.
CIFRAS
Este caso refleja una problemática mayor. En 2024, Neiva registró cerca de 180 homicidios, una cifra que supera el promedio nacional y que evidencia una tendencia inquietante: el conflicto armado ha mutado en dinámicas urbanas cada vez más letales. Ajustes de cuentas, microtráfico y disputas por el control territorial se han convertido en las principales causas de los crímenes que, como este, interrumpen la vida cotidiana y siembran miedo en los barrios.
IMPACTO
Las consecuencias son devastadoras. Jóvenes asesinados, familias fracturadas y comunidades enteras viviendo bajo una constante sensación de amenaza. Para muchos, la falta de respuestas efectivas por parte de las instituciones profundiza la percepción de abandono. Este atentado, como tantos otros, no solo deja víctimas fatales, sino que deteriora la confianza ciudadana y alimenta un desplazamiento silencioso de quienes buscan escapar de la violencia.
RESPUESTA
Expertos y líderes sociales coinciden en que no basta con reforzar la presencia policial. Neiva necesita una estrategia integral que combine seguridad efectiva, oportunidades económicas y reconstrucción del tejido social. Sin estas medidas, advierten, cada nuevo ataque será reducido a una cifra más en las estadísticas, normalizando la violencia urbana y agravando el deterioro social de la capital huilense.
