El paso de Néstor Lorenzo al frente de la Selección Colombia ha dejado hasta ahora un balance altamente positivo. Con 38 partidos dirigidos, el estratega registra un 69% de rendimiento, un indicador que refleja la consistencia y la solidez del proceso. Más allá de los números, esta cifra confirma que el equipo ha encontrado regularidad y competitividad bajo su mando.
Los 79 puntos obtenidos en este periodo son resultado de un camino marcado por la efectividad. La suma de 23 victorias constituye la base del proyecto, consolidando a Colombia como un equipo con la capacidad de imponerse tanto en amistosos como en compromisos oficiales. Este nivel de eficacia le ha permitido mantenerse en la élite del continente y ser considerado un rival de respeto.
Los 10 empates alcanzados en su proceso también muestran un rasgo interesante: la capacidad de resistir en partidos complejos. Aunque algunos encuentros pudieron haberse resuelto con mayor contundencia, el hecho de no perder en esas situaciones demuestra que el equipo ha desarrollado resiliencia y madurez competitiva.
En cuanto a las derrotas, el registro de solo cinco en 38 partidos es una señal clara de estabilidad. Mantener un promedio tan bajo de caídas es poco común en el exigente calendario de selecciones, y habla de la solidez de un plantel que rara vez se ve superado. Esto le otorga a la selección un carácter de consistencia que alimenta la confianza del entorno futbolístico y de la afición.
En conclusión, el balance de Néstor Lorenzo al frente de Colombia es uno de los más sobresalientes en la historia reciente del combinado nacional. Con un rendimiento cercano al 70% y un historial que prioriza las victorias sobre las caídas, el proceso no solo suma en lo estadístico, sino también en lo emocional, proyectando a la selección hacia un futuro con grandes aspiraciones.




