«Los datos evidencian que, contrario a las expectativas, el TLC entre Colombia e Israel no trae beneficios significativos para el país.»

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El presidente Gustavo Petro planteó la necesidad de dar por terminado el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia e Israel, que entró en vigencia en 2020 y que, según los resultados evidenciados, no representa beneficios significativos para el país. Actualmente, Colombia tiene 18 TLC vigentes y tres suscritos que aún no se implementan, además de cuatro procesos en curso.

El TLC con Israel se negoció entre 2012 y 2013 bajo la dirección del Ministerio de Comercio, fue aprobado por el Congreso en 2017 y declarado exequible por la Corte Constitucional en 2019, para luego entrar en vigencia en 2020. El acuerdo fue considerado de “última generación”, ya que no solo aborda temas comerciales, sino también aspectos de inversión, cooperación tecnológica, ambientales, diplomáticos y políticos.

El tratado buscó abrir espacio a productos agrícolas colombianos en el mercado israelí, a cambio de otorgar condiciones favorables y eliminación gradual de aranceles a los bienes industriales de Israel. Además, contempló la promoción de la inversión extranjera directa y la cooperación internacional.

No obstante, tras cinco años de aplicación, los resultados han sido limitados. Según la Asociación Nacional de Comercio Exterior (ANALDEX), con excepción de 2022, las exportaciones e importaciones se han mantenido estancadas. Colombia conserva una balanza comercial positiva gracias al carbón, pero este producto ha mostrado un comportamiento irregular a lo largo de los años, sin relación directa con el tratado.

En 2024, las exportaciones colombianas a Israel cayeron un 45% en comparación con el año anterior, mientras que el número de empresas exportadoras disminuyó en un 35% respecto a 2019, antes de la entrada en vigor del acuerdo. En cuanto a la inversión extranjera proveniente de Israel, los flujos también han sido aleatorios, con picos en 2016, 2017 y 2021, sin una tendencia clara atribuible al TLC.

De esta manera, los objetivos de dinamizar el comercio, atraer inversión y diversificar mercados no se han cumplido. El acuerdo no ha impulsado los sectores ni procesos estratégicos previstos, y la situación actual de la relación bilateral en lo comercial y financiero sería muy similar a la que existiría si el TLC no se hubiera firmado.


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