El alto el fuego entre Israel y Hamás, vigente desde el viernes, ha permitido el retorno de unas 500.000 personas al norte de Gaza, una región devastada tras dos años de guerra. Aunque las tropas israelíes comenzaron a retirarse de algunas zonas, los desplazados que intentan volver a sus hogares encuentran una ciudad prácticamente destruida, con tres cuartas partes de los edificios dañados o derrumbados. Barrios enteros como Sheikh Radwan, al-Karama y Beach Camp han quedado reducidos a escombros, con calles intransitables y servicios básicos colapsados.
Entre los que regresaron se encuentra Hanaa Almadhoun, una enfermera que describe por mensajes la magnitud del desastre: “no hay vida, todo quedó destruido”. Su casa fue arrasada al inicio del conflicto, y aunque la de sus padres sigue en pie, la mayoría de su vecindario está irreconocible. Como ella, miles de palestinos solo regresan temporalmente para comprobar si sus viviendas aún existen. Otros, como Ahmed al Jabari, relatan pérdidas totales: su hogar desapareció y gran parte de su familia ha muerto. Muchos sienten que la esperanza se desvanece ante el panorama de ruinas y desplazamiento prolongado.
Las imágenes difundidas en redes sociales muestran a familias caminando entre restos de edificios, intentando recuperar pertenencias o simplemente constatar la magnitud de la destrucción. Algunos testimonios expresan alivio por el fin temporal de los bombardeos, pero también desesperanza sobre el futuro: “¿Viviremos veinte años en una tienda de campaña?”, se pregunta un residente. La situación sanitaria y humanitaria es crítica, con caminos bloqueados, municiones sin detonar y falta de agua y alimentos.
Pese al cese del fuego, la tragedia humanitaria continúa. Camiones con ayuda han comenzado a entrar por el paso de Rafah, pero la cantidad sigue siendo insuficiente. Según Unicef y la ONU, Gaza necesita al menos 600 camiones diarios de suministros para cubrir las necesidades básicas, mientras que apenas ingresan algunos decenas. Organismos internacionales reclaman a Israel abrir más puntos de acceso para agilizar la distribución de alimentos, medicinas y artículos de emergencia.
En medio del caos, miles de familias intentan reconstruir sus vidas con lo poco que queda. La guerra ha dejado no solo destrucción material, sino también un profundo trauma social. Aunque el alto el fuego ofrece una pausa en la violencia, el futuro de Gaza sigue siendo incierto. La población anhela estabilidad, ayuda y la posibilidad de regresar algún día a un hogar que, para muchos, ya no existe.
