La Liga Profesional de Baloncesto de Colombia (LPB / Liga Colombiana de Baloncesto) inicia su versión 2025-II (del 10 de octubre al 10 de diciembre) en un contexto cargado de incertidumbres, sanciones disciplinarias, denuncias de irregularidades y la significativa ausencia de clubes históricos que deja vacía la capital del país en el mapa del básquet profesional.
Un torneo que inicia “sobreviviente”
El torneo arranca con apenas siete equipos participantes, luego de que Piratas de Bogotá anunciara que no competirá por falta de recursos económicos y patrocinio. Esta decisión significa que Bogotá queda sin representante en la Liga Profesional esta temporada.
La Federación Colombiana de Baloncesto (FCB) y la División Profesional de Baloncesto (DPB) sostienen que, pese a las adversidades presupuestales y de estructura, el campeonato debe seguir adelante con las sedes y el formato establecido.
Sanciones contundentes: clubes castigados
El telón de fondo más polémico de esta edición es el régimen disciplinario aplicado a varios clubes por su ausencia en ediciones previas:
- Titanes de Barranquilla, uno de los equipos más laureados (nueve títulos), ha sido suspendido por dos años por no participar en la edición 2024-II, con una multa equivalente a dos salarios mínimos legales mensuales vigentes.
- También han sido sancionados Corsarios de Cartagena y Búcaros de Bucaramanga por motivos similares, relacionados con participación irregular o incumplimientos justificados por la Comisión Disciplinaria de la FCB.
- A estas sanciones se suman las críticas públicas de los clubes afectados, que denuncian falta de garantías procesales, retaliaciones institucionales, falta de notificación adecuada y cuestionan la competencia del órgano disciplinario para imponer estas sanciones.
El efecto es profundo: varios equipos tradicionales quedan fuera, lo que debilita la representatividad regional del torneo.
Equipos que sí participan y nuevo formato
Con la exclusión de los clubes sancionados, los siete equipos confirmados para esta edición 2025-II son:
- Caribbean Storm
- Cimarrones del Chocó
- Motilones del Norte
- Paisas de Medellín
- Sabios de Manizales (MZL Manizales Sabios)
- Toros del Valle
- Caimanes del Llano
El torneo mantendrá una duración compacta (dos meses) y estructurará su disputa en varias fases:
- Primera fase (todos contra todos): cada equipo enfrentará a los demás (ida y vuelta, o un número determinado de duelos).
- Play-In: los conjuntos ubicados entre los puestos 3° y 6° disputarán series al mejor de tres para definir los otros semifinalistas.
- Semifinales y Final: se jugarán al mejor de cinco partidos. El torneo podría extenderse hasta 63 partidos en total si todas las series se alargan al límite.
Entre las sedes previstas se destacan:
- Cali (para Toros del Valle y Caribbean)
- Medellín (Paisas de Medellín)
- Quibdó (Cimarrones)
- Manizales (Sabios)
- Villavicencio (Caimanes del Llano)
- Cúcuta (Motilones del Norte)
Dilemas estructurales y retos institucionales
La situación crítica que atraviesa la Liga tiene múltiples causas y consecuencias:
- Débil financiación: los clubes denuncian falta de respaldo estatal, escasos aliados privados y patrocinadores que se retraen ante la inestabilidad.
- Crisis institucional: hay tensiones entre los clubes sancionados y la Comisión Disciplinaria de la Federación, acusaciones cruzadas de arbitrariedad, falta de transparencia y aplicación de castigos sin mecanismos de apelación creíbles.
- Ausencia de representación geográfica: con clubes históricos fuera, algunas regiones pierden presencia en la Liga profesional, reduciendo el alcance nacional y el interés local.
- Desconfianza del público y medios: los aficionados cuestionan la legitimidad del torneo cuando equipos emblemáticos no participan, y los medios destacan la “sobrevivencia” más que el crecimiento del baloncesto profesional.
Qué está en juego
Este torneo 2025-II no es sólo una competencia deportiva: es un test para la viabilidad del baloncesto profesional en Colombia. Si la liga logra llevarse a cabo con éxito, podría restablecer confianza, atraer inversión y recomponer puentes rotos. Si falla (cancelaciones, boicots, baja asistencia), podría abrir una crisis más profunda: desbandada de clubes, pérdida de categoría profesional y debilitamiento del deporte a nivel nacional.
El encogimiento del circuito y la presión para que los que sí participan cumplan con estándares aún mayores son desafíos reales. Y los ojos estarán puestos en cómo la Federación y la DPB manejan las apelaciones, exigen garantías y restauran credibilidad institucional.




