Angélica Gamboa Amaya, nunca imaginó que iba a terminar huyendo de su patria chica, al oriente de Cali, más conocida como “La Capital de la Salsa”, donde alcanzó a criar a su hijo Juan Camilo, hoy junto a él y su esposo, se encuentran escondidos en cualquier lugar del planeta, por las amenazas de muerte, consecuencia de ser ella una activista social que defendió y evitó que muchos adolescentes y jóvenes fueran reclutados para la guerra.
Destacó que:
“En mi barrio el silbido de las balas eran más frecuentes que las oportunidades de trabajo, y me hice madre muy joven y desde entonces entendí que si quería un futuro para mi hijo, debía también luchar por el futuro de los hijos de todos”, expresó Angélica, en medio de su nostalgia.
En la Comuna 11 de Cali junto a ella, padres de familia se unieron para defender a sus hijos de ser reclutados para grupos ilegales, como hasta ahora ocurre en todas las ciudades del país, por esa razón terminó convocando a asambleas, y foros, donde alcanzó a salir con una bandera blanca y megáfono en mano, invitando a la ciudadanía a realizar manifestaciones pacíficas, logrando apoyos en recursos, logística y otros que con su gestión ante organizaciones, fundaciones privadas y públicas, logró canalizar para diferentes actos de su legado. Fue una de las voces que lideró los espacios de expresión, caminando la ciudad con tambores, arte, y palabras, invitando a los padres de familia hacer un solo frente común contra los violentos.
Búsqueda
Cuando menos se imaginó los grupos ilegales como las FARC-EP comenzaron a circular un panfleto con su nombre; el 13 de agosto del año 2022 recibió la noticia de la muerte violenta en manos de las disidencias de las FARC-EP, de don Edwin López, un líder y compañero de luchas, a quien asesinaron en su propio negocio; pocos días después ella y su familia fueron declararos objetivo militar, además se enteró que la misma fuerza pública estaba inmiscuida y al servicio de los grupos ilegales.
Finalmente
Empezaron a seguirla en motos, a pie, buscando que diera la oportunidad para desaparecerlos, fue por ello que decidió organizar su salida clandestina, pues además el 3 de febrero del 2025 en zona rural de Palmira, las FARC-EP llegaron con armas, volantes y un mensaje de terror, buscando con lista en mano y con nombres propios a personas que según ellos han traicionado su causa y allí aparecía ella, porque la capacidad de protección del estado que archivó su denuncia sin resultado alguno, le demostró que debía actuar rápido.




