El 24 de agosto de 2005, una tormentosa relación entre un policía y una joven de 18 años llegó a su fin de una manera impredecible. La mujer, identificada como Lina María López, alias ‘Peluca’, le dijo al uniformado que, si debían separarse, le cumpliría una de sus fantasías, para lo cual citó a una amiga, supuestamente para llevar a cabo un trío.
La cita fue en un ruinoso motel del barrio Marmato de Manizales (Caldas), donde el policía, adscrito a la Dirección de Carreteras, no imaginó que le esperaba la muerte. En medio de la velada, en un descuido, alias ‘Peluca’ lo hirió con un arma blanca en más de 40 ocasiones, segándole la vida de la peor manera.
Cuando las autoridades arribaron al lugar, la joven fue fichada y le tomaron las huellas dactilares, pero días después la procesada recibió el beneficio de casa por cárcel, medida que aprovechó para escapar de la justicia.
La prófuga se dirigió a la costa Caribe, donde asumió una nueva identidad, rehízo su vida con otro hombre y hasta tuvo hijos. Con el pecado sin pagar, nunca imaginó que, veinte años después, la justicia, que cojea, le llegaría para saldar las cuentas.
El descubrimiento del escondite de la homicida se dio gracias a expertos dactiloscopistas de Manizales, quienes, en una revisión, encontraron grandes semejanzas con las huellas de la sospechosa del atroz crimen, lo que motivó una investigación más a fondo que permitió su captura.
Al momento de la detención, la mujer lucía irreconocible, con dos décadas de vida más a cuestas, cirugías estéticas y cambios en su cabello, pero al tomarle las huellas dactilares fue imposible negar su identidad: estas correspondían fielmente.
Ahora, la capturada tendrá que purgar una condena de 34 años por homicidio, de la cual creyó haberse salvado para siempre.
