Le gusto o solo es simpáticx: la pregunta que destruye más neuronas que el amor mismo

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Affectionate couple covering face with balloon and kissing

Pocas cosas generan tanta confusión emocional como tratar de descifrar si alguien realmente siente algo por ti o simplemente tiene buena educación. En una época donde la amabilidad se disfraza de coqueteo y el ghosting de madurez emocional, distinguir entre interés genuino y cortesía se ha vuelto casi una ciencia oculta.

La diferencia entre gustar y agradar está en la intención. La amabilidad busca comodidad; el interés busca conexión. Quien es amable contigo quiere que la interacción fluya sin incomodidades. Quien siente algo más quiere que la interacción no termine. Ahí está el matiz: el amable te sonríe, el interesado busca excusas para seguir hablando. El amable responde tus mensajes; el interesado los inicia.

También está el lenguaje corporal, ese idioma silencioso que traiciona a cualquiera. Si la persona mantiene contacto visual más del tiempo socialmente necesario, si se inclina hacia ti, si te escucha con genuina atención (no solo asintiendo por cortesía), hay señales de que algo vibra distinto. Pero cuidado: interpretar cada gesto como flirteo es la receta perfecta para la decepción. No todo el que te mira con interés te desea; a veces simplemente le caes bien o está practicando empatía básica.

El problema es que nos enseñaron a leer la amabilidad como deseo. Nos volvimos paranoicos ante la duda: si me sonríe, me gusta; si me ignora, me gusta más. Y así terminamos confundiendo la educación con el romance. En el fondo, buscamos validación, no claridad. Queremos que nos gusten, incluso antes de saber si nosotros queremos a esa persona realmente.

Entonces, ¿cómo saberlo? No hay fórmula infalible, pero hay una brújula: la reciprocidad. Si tú das señales y la otra persona las devuelve con el mismo entusiasmo, hay química real. Si sientes que siempre estás adivinando o empujando la conversación cuesta arriba, probablemente no hay nada más que simpatía. El interés genuino se nota porque se sostiene sin esfuerzo.

A veces la forma más madura de saber si le gustas a alguien es dejar de intentar descubrirlo y observar qué pasa cuando tú dejas de hacer el esfuerzo. Si el silencio se llena, era mutuo. Si no, solo estabas hablando contigo mismo en otro cuerpo.

Y sí, duele. Pero aprender a distinguir entre deseo y cortesía es el primer paso para no confundir la amabilidad con amor. Porque no todo el que te sonríe te quiere, y no todo el que te ignora te odia. Algunos simplemente están siendo humanos, sin intención de romperte el corazón.


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