La victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses ha encendido alarmas en América Latina, una región que anticipa cambios drásticos en las relaciones bilaterales, el comercio, la política migratoria y la seguridad. Trump, quien anteriormente aplicó políticas proteccionistas y restrictivas en temas migratorios y comerciales, vuelve al poder en un momento en que América Latina experimenta grandes transformaciones sociales y políticas.

México, uno de los países más afectados por las políticas migratorias de Trump en su primer mandato, enfrenta esta nueva etapa con optimismo cauteloso. Empresarios y analistas creen que la relación económica podría fortalecerse bajo el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que actúa como un pilar de estabilidad. La presidenta Claudia Sheinbaum manifestó su confianza en mantener una relación de respeto y cooperación, a pesar de las posibles tensiones en temas migratorios y de seguridad.
En Argentina, el presidente ultraliberal Javier Milei ha celebrado abiertamente la victoria de Trump, calificándola como una «formidable victoria electoral» y expresando su apoyo incondicional. Milei anunció que planea viajar a Estados Unidos para reunirse con Trump y profundizar la cooperación bilateral, un acto que refleja su visión de priorizar las relaciones con Estados Unidos e Israel. La destitución de la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, por su voto en favor de Cuba en la ONU, señala un cambio drástico en la diplomacia argentina, mientras que la designación del empresario Gerardo Werthein en su lugar deja entrever una estrategia centrada en vínculos económicos y políticos con Estados Unidos.

En Brasil, la victoria de Trump ha sido celebrada por los aliados del expresidente Jair Bolsonaro, quienes ven en el triunfo del republicano una oportunidad para fortalecer la oposición a Luiz Inácio Lula da Silva. Aunque Bolsonaro enfrenta impedimentos legales para postularse nuevamente, sus seguidores consideran que la influencia de Trump podría revitalizar las aspiraciones del exmandatario. En el ámbito económico, Brasil se prepara para posibles impactos en sus exportaciones, ya que Trump podría imponer nuevas tarifas y restricciones comerciales.
Nicolás Maduro, quien enfrentó fuertes sanciones de la administración Trump en el pasado, ha expresado un cauteloso optimismo ante la posibilidad de una relación «ganar-ganar». A pesar de la tensión histórica entre ambos países, el líder venezolano considera que el contexto energético global podría abrir espacio para un acercamiento, especialmente ante las necesidades energéticas de EE.UU. por conflictos en otras regiones. Sin embargo, la desconfianza persiste, dado que Trump se ha mostrado inflexible con el gobierno chavista en el pasado.
Cuba teme que la vuelta de Trump implique un endurecimiento en las sanciones que afectan su economía. En el primer mandato de Trump, el país fue incluido en la lista de patrocinadores del terrorismo, lo que dificultó sus operaciones financieras. La Habana, acostumbrada a enfrentarse a bloqueos y restricciones, mantiene la expectativa de una relación tensa y espera que cualquier cambio en la política estadounidense impacte su economía y su proyección internacional.
Colombia considera fundamental que la cooperación en la lucha contra el narcotráfico continúe siendo un punto de entendimiento. El ministro de Relaciones Exteriores, Luis Gilberto Murillo, ha señalado que esta colaboración es esencial, aunque podrían surgir discrepancias en otras áreas. María Claudia Lacouture, de AmCham Colombia, estima que Colombia está en una posición sólida ante posibles restricciones comerciales, gracias a su limitada dependencia de bienes sensibles exportados a EE.UU.
El Salvador, con una gran población de migrantes en Estados Unidos, observa con inquietud el retorno de Trump, quien ha prometido deportaciones masivas. Las remesas de estos migrantes son una de las principales fuentes de ingresos para el país, y el presidente Nayib Bukele mantiene una relación cordial con el expresidente estadounidense, con la esperanza de suavizar cualquier política migratoria que afecte a sus ciudadanos en el exterior.
La vuelta de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos redefine el contexto de las relaciones hemisféricas y obliga a América Latina a prepararse para una etapa de desafíos y reajustes en todos los niveles.




