Todos hemos oído alguna vez que cantar a las plantas hace que crezcan mejor, y hasta ahora pensaba que este dicho pertenecía al grupo de las supersticiones sin fundamento. Sin embargo, un estudio reciente que ha recibido bastante atención mediática y un breve repaso a la bibliografía científica me han hecho cambiar de opinión: las plantas oyen.
El sonido consiste en la propagación de ondas por el aire o por otro material. Los humanos oímos sonidos dentro del rango de frecuencias 20-20.000 Hz, es decir, desde 20 ondas por segundo hasta 20.000 ondas por segundo. Los ultrasonidos son los que tienen frecuencias superiores a 20.000 Hz.
Durante los años 50 y 60 se realizaron un gran número de estudios sobre los efectos de distintos tipos de música sobre el crecimiento de las plantas, exponiéndolas a música clásica, rock, folk… a varios volúmenes. Los resultados de estos estudios eran muy contradictorios, pues mientras algunos observaron grandes cambios en el desarrollo de las plantas otros afirmaron que no se daba ningún efecto.
Posteriormente se llevaron a cabo varios experimentos aplicando sonidos de una frecuencia concreta y analizando aspectos más precisos del metabolismo de la planta, y todos los resultados evidencian que las plantas detectan el sonido e incluso pueden diferenciar entre varios tipos de sonidos. Por ejemplo, se observó que las raíces de maíz crecen hacia una fuente de sonido de 200 -300 Hz, que los ultrasonidos inducen la germinación en varias especies y aceleran el metabolismo de las raíces de crisantemos, que el sonido audible afecta los niveles de algunas hormonas, cambia la expresión de determinados genes e induce la formación de calosa (polisacárido con funciones de defensa y cicatrización). Incluso en un estudio reciente un grupo de investigación de China sugiere que 3 horas de sonido al día entre 100 y 1.000 Hz aumenta la productividad de tomates, pimientos, pepinos y otras hortalizas.
Todos estos estudios ponen de manifiesto que las plantas «oyen», y para poder captar el sonido necesitan mecanorreceptores. Las plantas no tienen órganos especializados en captar el sonido, como nuestro oído, sino que la captación de esta señal seguramente tiene lugar a nivel celular. Algunos investigadores han sugerido que los efectos del sonido se deben a que las ondas sonoras pueden cambiar la fluidez de las membranas celulares, y esto afectaría la actividad de varias enzimas y proteínas en las células de la planta. Pero la teoría más probable es que las células vegetales contienen unos receptores que podrían estar formados por el citoesqueleto unido a la membrana y a la pared celular, similares a los mecanorreceptores que hay en bacterias, aunque en plantas no han sido confirmados experimentalmente.
Si bien el mecanismo no está claro, la función todavía menos. ¿Oír es útil para las plantas? Por primera vez, un estudio afirma que sí: las plantas pueden oír el ruido que hacen los insectos al comerse las plantas cercanas y esto les permite prepararse y producir con antelación más cantidad de sustancias de defensa química (véase la noticia Defensa contra los herbívoros). Quizá con el tiempo se descubran nuevas funciones de la detección de otro tipo de sonidos.
Hay que admitir que es poco probable que cantar a las plantas que tenemos en la ventana durante unos minutos al día las estimule para crecer o florecer mejor, sobre todo si tenemos en cuenta que hay muchos otros ruidos que las pueden estar afectando: el tráfico, la televisión, la radio, sonidos de electrodomésticos, etc. Sin embargo, poco a poco vamos aprendiendo que las plantas se relacionan con el medio ambiente de muchas formas, incluso oyendo.




