Miedo inminente por las inundaciones

Las crecientes de los ríos han provocado desbordamientos que han dejado devastadas las cosechas y han obligado a muchas personas a abandonar sus hogares por el temor a quedar atrapadas en medio de las inundaciones. Esta situación no solo representa una pérdida económica para estas comunidades, sino que también genera un impacto emocional y social profundo.
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El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam). Ha lanzado una advertencia que debería resonar en todos los rincones del país: La Niña se acerca, y con ella, la promesa de fuertes precipitaciones.
Ante este inminente escenario, es crucial preguntarnos: ¿Está Colombia verdaderamente preparada para enfrentar los desafíos que traerá consigo este fenómeno climático?

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En diversas regiones del país, como La Mojana y las zonas aledañas al río Magdalena, las inundaciones ya son una triste realidad que afecta a miles de familias.
Los llamados de alerta provienen de expertos en materia ambiental e infraestructura. Quienes, tras analizar la situación, coinciden en señalar las carencias en la preparación del país. Ómar Franco, exdirector del Ideam, advierte que la temporada regular de lluvias ya está instalada, y con ella, riesgos como deslizamientos que evidencian la falta de alertas adecuadas en algunas regiones.

Riesgo

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Max Henríquez, meteorólogo, subraya que la falta de preparación es evidente, y apunta a la pobreza como un factor clave que expone a las comunidades vulnerables a desastres hidrometeorológicos.
¿Cuál es la realidad en el terreno? Ejemplos concretos nos muestran la cruda verdad: la ausencia de refugios adecuados en zonas de alto riesgo y la falta de inversión en equipamiento para los bomberos son solo la punta del iceberg. La corrupción y la falta de planificación a largo plazo son obstáculos que debemos enfrentar de manera urgente.


Frente a estos desafíos, es imprescindible actuar con determinación. Es momento de invertir en infraestructura resiliente, mejorar los sistemas de alerta temprana y luchar contra la corrupción que debilita nuestra capacidad de respuesta ante emergencias.
La cooperación entre autoridades, sociedad civil y organismos internacionales es clave para minimizar el impacto de las inundaciones y proteger a las comunidades más vulnerables. En conclusión, el tiempo apremia. La llegada de La Niña es una llamada de atención que no podemos ignorar. Es hora de dejar de lado la complacencia y tomar medidas concretas para proteger vidas y bienes.
El futuro de Colombia depende de nuestra capacidad para enfrentar este desafío con determinación y solidaridad. Donde nos unamos como nación y logremos en este momento de actuar, salvar vidas.

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