A las 8:30 de la mañana, el centro de Palmira despierta con un murmullo distinto. El sol ilumina suavemente la carrera 28 con calle 36, donde dos figuras avanzan con paso pausado y seguro. Son Javier Antonio Ocampo, de 61 años, y Víctor Hugo Ríos, de 50, dos vendedores de lotería que también son referentes del fútbol sonoro en la ciudad. Sus bastones blancos podotáctiles los guían por la alameda recién inaugurada, un espacio que por primera vez les ofrece seguridad, orden y dignidad. “Antes esto era un caos. Había que caminar entre carros, esquivar andenes rotos, adivinar por dónde pasar”, recuerda Víctor Hugo.
Alameda
Durante más de tres décadas, Javier y Víctor han recorrido Palmira sorteando obstáculos invisibles para muchos. Su rutina diaria comenzaba en el Colegio Cárdenas del Centro, desde donde partían a vender lotería en medio de una ciudad que no siempre los tuvo en cuenta. Pero hoy, algo ha cambiado. “Es la primera vez que sentimos que este espacio es nuestro. El alcalde pensó en nosotros, en los que no vemos, pero sentimos”, dice Javier Antonio. La alameda no es solo una obra física: es un símbolo de inclusión, una muestra de que el espacio público puede tener rostro humano.
Las nuevas alamedas construidas en Palmira están transformando vidas. Para personas con discapacidad visual como Javier y Víctor, representan libertad: la de caminar sin miedo, trabajar sin depender de otros, y ser visibles en una ciudad que empieza a reconocer su diversidad. Estos senderos ya están presentes en sectores como la carrera 35 entre calles 27 y 47, el barrio Altamira, El Sembrador, Mirriñao y la alameda del centro. Cada tramo es una oportunidad para que más personas vivan con autonomía y seguridad.
Protagonistas
Entre saludos de vendedores y transeúntes, los loteros avanzan con paso firme. Son parte del paisaje urbano, pero hoy se sienten protagonistas de una historia que inspira. “Nuestros bastones entienden esta alameda. Tiene señalización, es clara, es segura. Y la gente ya sabe que no es para motos ni carros, sino para caminar”, comenta Víctor Hugo. Daniel Saa Valderrama, vecino del barrio Providencia, lo confirma: “Siempre me encuentro con los loteros. Este espacio es muy importante para ellos. El alcalde Ramos ha hecho cosas muy bonitas para nosotros los palmiranos”.
Javier y Víctor no solo venden lotería. Reparten dignidad, ejemplo y persistencia. Y ahora lo hacen caminando por un espacio que también les pertenece. Al final de la jornada, regresan por la misma alameda, cansados pero felices. Mañana volverán a salir, con su andar de siempre, pero ahora con algo que antes no tenían: un camino claro y un futuro más justo. “Antes no teníamos por dónde pasar. Ahora sí. Este es un cambio que sentimos de verdad”, concluyen, agradeciendo al alcalde Víctor Ramos por pensar en ellos.

